Kurai Gatsu ~ Bleach Rol
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Cronología
Actualmente es el
Año: 5314
de la Sociedad de las Almas.

La cuenta de nuestro calendario empezó a correr desde que el Gotei 13 fue conformado.

En Karakura, es el año: 2498.

En la Sociedad de la Almas, el tiempo corre mucho más rápido que en el Mundo Humano, en una proporción aproximada de 7 días, por uno.


Cronología de Kurai Gatsu

Dos generaciones atrás, fueron tiempos de Kurosaki Ichigo.

4114 S.A. Empieza nuestra historia y la de los personajes vigentes.

4125 S.A. Se estableció un pacto de paz con los quincys, que sigue efectivo. Aún cuando sus filas enteras alcanzaron un potencial de poder más alto de lo que se había registrado en toda la historia.
Se cree que esto ocurrió por experimentos internos para mejorar su propia raza.

4849 S.A. Un nuevo Hokyoku fue creado en el Escuadrón 12, a cargo de Kuchiki Mika. Los experimentos duraron alrededor de 50 años.
En ese lapso de tiempo, los vizards fueron creados.

4750 S.A. Kuchiki Yoruhana fue nombrada Comandante General del Gotei 13.
Esa misma noche, el Hokyoku desapareció.

4984 S.A. Después de dejar de la Sociedad de las Almas, Yuzuki Miu abogó por la legalización de las Almas Modificadas, dándole la oportunidad a miles de ellas de tener una vida.

5162 S.A. Durante un ataque a Karakura, tuvo lugar una gran batalla entre shinigamis y arrancar, cuyos indiscutibles ganadores fueron los segadores de almas.
Ese día, el anterior Rey fue liquidado.

5192 S.A. Penrod Schwartz se coronó Rey de Hueco Mundo, tras hallar el Hokyoku. Actualmente se encuentra en su poder, en una ubicación desconocida.

5272 S.A. Es decir, en el 2493 del Mundo Humano. Tras una emboscada clandestina a los quincys, liderada por el Escuadrón 10 a cargo de Dai Miyu, Ishida Nyssa fue hecha prisionera y llevada al Nido de Gusanos. Permaneció ahí por casi año y medio, pero al volver solo habían pasado dos meses.
Se desconoce por qué fue liberada, o si escapó.
En el incidente murió el teniente Katsuragi Usui, por la mano de la quincy, pero la Sociedad de las Almas no declaró la guerra, dado que oficialmente, ese incidente jamás ocurrió.
Por su parte, los quincys, no tardaron en empezar a idear un ataque para rescatar a su líder, sin embargo, el regreso de Nyssa detuvo la ofensiva inminente.

5275 S.A. Es decir, en el 2494 del Mundo Humano. Ishida Nyssa fundó el Complejo empresarial Blaue Blätter, que se convirtió en la Sede quincy, donde las fuerzas de los arqueros se entrenan y fortalecen con fines desconocidos.

5286 S.A. La alerta de que otra batalla ocurriría en Karakura, dio lugar a que el Escuadrón 12, a cargo de Kuchiki Mika, transportara a todos los habitantes a un sitio seguro mientras aquello pasaba.
En esa ocasión ganaron los arrancar, que sumieron a la ciudad en el caos y la destrucción.

5287 S.A. Después de su triunfo, los arrancar se vieron obligados a abandonar Karakura para regresar a Hueco Mundo, pues una Rebelión interna se había desatado.

5289 S.A. La rebelión organizada por un desertor, finalizó. Fue capturado por Drangaft Neriamang, y posteriormente ejecutado frente al Rey, por la mano de Kinzoku Furyoku.

5289 S.A. Mientras tanto, la reconstrucción y reorganización de Karakura, tuvieron ocupados a los shinigamis. Dieron caza a cientos de arrancar que se quedaron rezagados en el Mundo Humano.

5291 S.A. Rizva Sojan asumió el liderazgo de los vizards.

5293 S.A. Es decir, en el 2495 del Mundo Humano. Se inauguró el restaurante bar, Shibuya-ku, que acepta entre sus clientes a personas de todos los mundos espirituales, bajo un tratado de paz mientras se encuentren dentro de sus paredes. Esto abrió un nuevo canal de comunicación y relaciones entre los seres.

5309 S.A. Katou Mishida descubrió la existencia de un misterioso ser, que más tarde sería llamado Kürschner. Y tras un violento incidente que le costó una mano al shinigami, desapareció dando pie a una serie de sucesos misteriosos.

5312 S.A. Reapareció la amenaza salida del infierno, Kürschner. Inesperadamente ha originado una alianza momentánea entre la Sociedad de las Almas y Hueco Mundo, con el fin de acabar con el poderoso enemigo en común.



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Clima en la
Sociedad de las Almas
Clima en
Karakura
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Mensaje  Takeda Jin Jue Mar 28, 2013 9:12 am

Kayvaan:
Facción: Espada
Rango solicitado: 7º Espada
Ficha


El choque del acero era la mejor forma de encontrarnos. Constante, con ritmo, como si nos moviéramos de acuerdo con la sinfonía imaginada por un virtuoso. La enorme sala en la que nos encontrábamos hacia las veces de anfiteatro para esta representación, un escenario conformado por poco más que un frió suelo de baldosas y una cúpula que se alzaba muy por encima de nuestras cabezas. Como si eso fuera poco, la única luz de la estancia provenía de unos escuetos ventanucos, por los cuales se filtraba la tenue luz de la luna. De todas formas, aunque el escenario pudiera pecar de aburrido, los combatientes suponíamos un espectáculo más que suficiente en si mismo.

Él ya había utilizado su resurrección. Había vuelto a adoptar la forma de la bestia que un día fue...¿De verdad había dejado de serlo?. Desde que entre a su servicio como fracción, había visto cada día como ese hombre encontraba en la carnicería del combate su lugar de ser. Su espada arrasaba todo lo que se ponía frente él, sin importarle las circunstancias del combate. Mujeres, heridos, ancianos o niños. Daba igual. Tanto él como un grupo demasiado numeroso de sus fracciones se regodeaban en la matanza. Esto debía acabar. Habían sido bendecidos con la conciencia, con la capacidad de razonar, de tomar decisiones...Y ese bárbaro la despreciaba de un modo tan ridículo. Por eso yo cruzaba ahora la espada con el hombre que una vez me dio la bienvenida en su dependencia, quien me enseño Las Noches y quien me recordó como empuñar la katana.

Nuestros aceros chocaron de nuevo, y esta vez ambos permanecimos un momento quietos, presionando contra el otro, tratando de conseguir que nuestro rival perdiera el equilibrio. No era la estrategia más inteligente por mi parte, desde luego. De forma acorde con su personalidad, el cuerpo del séptimo espada era grande, fuerte, mucho más grande y fuerte que el mío. Más aún durante la liberación de su espada, cuando su cuerpo quedaba embutido en una armadura placas que recordaba a la de un cangrejo, y su katana se transformaba en un mandoble colosal. Sus ataques eran como si te lanzaran un edificio de ladrillos encima....Pero también era un hombre simple. Nunca había necesitado más que la fuerza, sus golpes eran los golpes de un niño que empuña un palo, torpes y predecibles. Y yo, pese a saber todo eso, permanecí allí, quieto, aceptando el pulso que el gigante me proponía. Quería mirarle a los ojos, quería ver la bestia antes de matarla.

-Libera la espada, Kay.- bufo, esbozando una media sonrisa. ¿Una sonrisa? Ahí estaba el monstruo, el monstruo que podía encontrar divertido algo como esto, una batalla así. Fruncí ligeramente el ceño ante esa sonrisa, redoblando mis esfuerzos. Este repentino cambio le pilló por sorpresa, y desprevenido se vio obligado a retroceder un paso. La sonrisa desapareció de su cara cuando vociferó- ¡Así no es ni siquiera entretenido, Kayvaan!

Pero ahora me tocaba a mí pagar mi valentía. Mi interés en mantener el pulso me había dejado demasiado cerca de él, tanto que cuando el séptimo espada rompió el pulso que manteníamos, y descargó la espada contra mi, no tuve espacio suficiente como para apartarme. Apretando los dientes no me quedó otra opción que alzar la katana, interponiéndola entre su acero y mi piel. El efecto de dicho choque era más que predecible. La titánica fuerza del monstruo levantó mis pies del suelo, lanzándome como a un pelele hasta el otro extremo de la habitación. Choque con fuerza contra la pared, en la que abrí un boquete más que considerable. El polvo se alzó como consecuencia del choque, ocultándome por un momento del salvaje espada. Este último se tomo un momento para considerar sus opciones. No estaba ni mucho menos "indemne", mi espada, la espada de el que había sido su subordinado, había mordido su piel en más de una ocasión, y como él bien sabía estas heridas no dejarían de sangrar, no hasta que alguien las atendiera. Era obvio que el tiempo jugaba en su contra, debía ganar esta batalla lo antes posible.

Con un rugido el séptimo espada salto hacia el punto en el que yo me debía encontrar. En medio del salto alzo su mandoble por encima de su cabeza, tomando la espada con ambas manos, preparado para descargarla en un tajo demoledor que seguramente acabaría con mi vida.

Yo había estado esperando eso. El salvaje espada amaba la carnicería, el hacer correr la sangre, pero le faltaba fuerza de voluntad. Pese a todos sus alegatos sobre una pelea “interesante” no estaba preparado para lo que suponía una batalla larga y difícil. Quería acabar rápido conmigo, como hacía con todos los demás…Pero con las prisas se cometen errores.

-Muere, Sacrificio.- mi voz fue poco más que un susurro, pero a juzgar por la expresión del espada, fue algo perfectamente audible. Su rostro se descompuso, dándose cuenta demasiado tarde de su error. Emergí del polvo como un rayo, embutido en mi armadura roja, descargando la katana en un único tajo contra su pecho desprotegido. Ni siquiera me detuve a contemplar la gravedad de la herida, continué con mi salto hasta aterrizar en el lado opuesto de la sala. Solo entonces mire mi espada…Una película roja se deslizaba por ella, goteando lentamente al suelo. Sangre.

Lentamente me giré hacia él, quien me miraba con gesto entre incrédulo y furioso. Con su mano izquierda se sujetaba el vientre, tratando de evitar que sus vísceras emprendieran un viaje de no retorno hasta el suelo. No hubo palabras grandilocuentes, ni elogios, simplemente un rugido frustrado y una carga berseker. Tomaba el mandoble con una sola mano, descargándolo contra mí una y otra vez. Eran los ataques de un borracho, simple fuerza bruta, no tenían oportunidad de tocarme. No me digné a atacar, simplemente esquivaba sus golpes con ligerísimos movimientos a izquierda o derecha.

El fin llego. Sus movimientos se volvieron lentos, cansados. No lo desaproveché. Alcé mi mano izquierda cuando él bajaba el mandoble, agarré su muñeca con fuerza y le obligue a mantener su brazo alzado. Su rostro era un poema. Se había creído invencible, intocable, y por vez primera veía que por mucho que lo intentara se encontraba ante un obstáculo que no podía superar. Cuando mi katana cortó su brazo de la espada, su brazo derecho, el grito que profirió se pudo escuchar en todas Las Noches. Un grito tanto de dolor como de pena, un lamento horrible que heló la sangre a todo aquel con algo más que hielo en corazón.

Baje lentamente la espada, mientras él caía de rodillas al suelo, derrotado. La sangre formaba un charco bajo él, un sádico y perfecto espejo rojo. El que en su día fuera séptimo espada bajo la vista. Podía ver su rostro en el líquido rojo, así como mi rostro, el rostro de su verdugo, tras él. Mis ojos brillaban rojos, con furia apenas contenida, lo que combinado con el color blanco de mi pelo me daba el aspecto de monstruo de leyenda, un demonio enviado a castigar. Alcé mi mano, apoyándola en su nuca.

-Piedad – La voz del gigante ya no sonaba ni por asomo tan desafiante. Ya no había rastro de la alegría que su voz denotaba cuando su espada cortaba en dos a una mujer, del júbilo con el que reía cuando empalaba a un crío. Solo quedaba la temblorosa voz de un cobarde, que se aferraba a la vida con todas sus fuerzas, aunque fuera una vida tan denigrante como la un privaron espada. Me demoré un segundo en responder, un segundo en el que vi la esperanza florecer en sus ojos…

-No. Hoy no. –Mi voz sonó como la espada de un verdugo al ser desenvainada. La energía se empezó a condensar en la mano que mantenía en su nuca, de un color rojo oscuro. Lo último que el monstruo vio fue la luz del cero reflejada en la sangre.

Salí de allí con calma, bajo la atenta mirada de aquellos que ahora eran mis subordinados. Nadie dijo nadie, nadie se atrevió a desafiarme, ni a vengar a su caído líder. Todos tenían claro que ahora Kayvaan, el arrancar que había llegado a Las Noches sin más recuerdos que ese nombre, era el nuevo séptimo espada.
Takeda Jin
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Mensaje  Dai Miyu Vie Mar 29, 2013 2:29 am


Pruebas de Rol para Capitanes y Espada - Página 2 Prueba

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"Kayvaan"
Dai Miyu
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Moderación
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Nivel de rol : 11

Rango : Capitana del 10° Escuadrón
Otros cargos : Administradora de Spiritual Bank.
Vicepresidente de la Asociación de Mujeres Shinigami.
Soul Coins : 306251
Localización : Seireitei
Humor : Excelente
Intereses : La Comandante

Tienda de Urahara : .
• Explosivos básicos (5 usos)
• Píldora luminosa (3 usos)
• Bomba 986 (1 uso)
• Píldora vigorizante (3 usos)
• Gel coagulante (5 usos)
• Cápsula ilusoria (2 usos)
• Fijador de almas (6 usos)

• Soul Candy (Modelo Ginnosuke)
Alma modificada : Mai

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Pruebas de Rol para Capitanes y Espada - Página 2 Empty Re: Pruebas de Rol para Capitanes y Espada

Mensaje  Eve Ishiro Jue Abr 11, 2013 5:12 pm

Nombre: Ervey.
Facción: Espada.
Rango solicitado: Segundo al mando del hueco mundo. (Aquí esta el problema, no se si esto puede solicitarse o no. Sin embargo, he visto en el censo que esta vacio, así que yo lo intento. En caso de no poderse, gustaria presentarme para 5 o 9 espada (Ya que, de nuevo, veo que el 5 espada esta ocupado pero no hay nadie ejerciendo))
Ficha

Tic.

Que es el tiempo, ¿si no la barca que posee la mente para prepararse? Que es, ¿si no la cuenta atrás para que un cuerpo deje de existir? ¿Que, si no el mejor amigo del hombre, y el peor enemigo de sus sueños? Porque el hombre necesita al tiempo, pero tambien necesita a sus sueños. Sin embargo, el tiempo es independiente. El tiempo...El tiempo no espera a nadie.

Tac.

El tiempo es el amigo del hombre, en contra de lo que se espera. El tiempo libera al hombre de su cuerpo material y las obligaciones y limites que este le impone. Parece que es la muerte quien hace esto, y es cierto, pero la muerte no existe sin tiempo. Pero el tiempo si existe sin la muerte.

Tic.

Porque, una vez liberado un hombre de su soporte material, una vez liberado todo su potencial como alma, ya sea pura o corrupta, ¿porque sigue afectándole el tiempo? ¿Porque sigue olvidando y recordando, porque sigue pensando, calculando los días, las noches.? ¿Porque sigue rigiéndose por horarios, porque sigue teniendo obligaciones por cumplir?

Tac.

Dicen que el tiempo es como un río. Sin embargo, es mas lógico imaginárselo como un desierto. El tiempo no es lineal. Para nada. Es una extensión infinita, con un numero infinito de granos, de posibilidades, que lo componen. El río siempre avanza hacia la misma dirección, y es posible remontarlo. El desierto, avances hacia donde avances, te tiene atrapado en cuanto entras. Es más lógico imaginarlo seco e hiriente, que húmedo y rejuvenecedor. Porque al tiempo no le importa si tienes sed. No le importa si quieres agua, o quieres remontarle. Seguramente, el tiempo no sepa que existas.

Tic.

Las almas libres se siguen rigiendo por el tiempo. Entonces, ¿Como es que los Shinigamis no aprenden? Son ya tres equipos mandados a cazar al Dahaka. Si siguen usando horarios, ¿Porque no aprenden que el tiempo no puede ser evitado? Ven morir a sus compañeros, y sin embargo siguen viniendo. Una y otra vez.

Tac.

¿Adonde va un alma al morir? ¿Hay, quizás, un tercer mundo más allá del considerado espiritual? ¿Un Cielo para el Cielo? Si existe, ¿Posee ese Cielo de Cielos un Cielo propio?

Tic.

¿Cuantos años han pasado ya? Los humanos han desarrollado una nueva religión. El gran Imperio Persa ha caído hace mucho tiempo. Los niños que sacaron el metal de la mina ya han crecido. Han tenido hijos y han muerto. Sus hijos murieron, al igual que los hijos de sus hijos, y los hijos de estos. Su sangre esta ya tan diluida que poco queda del niño que extrajo el metal mientras, llorando, cantaba a coro con los otros niños, cantaba una plegaria escondida en canción para que acabará la guerra. Para que perdieran, o ganaran, eso no importaba. Solo querían salir. Si el metal que atravesó su pecho es ya herrumbroso e inútil desde hace siglos. Si el metal que cortó sus piernas y brazos es ya poco mas que un montón de arenisca de hierro. Si el metal que punzó su cuerpo no son si no cenizas que siguen volando por el mundo hoy día, arrastradas por el viento. Entonces: ¿Porque cada vez se recuerda menos? ¿Porque el tiempo no perdona siquiera a los que siguen su senda?

Ta-

Hace mucho tiempo, murió. Ervey. Príncipe Dios de Persia, murió en batalla. Las lanzas atravesaron su pecho, las espadas cortaron sus brazos y las flechas punzaron su cuerpo agonizante. Murió. Sufriendo. La guerra, eterna, acabó con alguien que se creía inmortal. Alguien, que se creía fuera de los canales mortales de la historia. En un segundo, un pedazo de metal, extraído por niños en tiempos de guerra, se había encargado de enseñar la verdad a los ojos del Príncipe. Nadie es eterno. Nadie vive por siempre. Nadie, no nada.

El odio lo llevó a rechazar la oferta. Rechazo el cielo que le ofrecía la aparición negra. Rechazó la extraña espada salvadora, usando la suya propia para hacer huir a la aparición. Y pronto se arrepintió. Rugidos, por encima de los rugidos de la guerra, por encima de los rugidos que el miedo, la ira, la furia y la desesperación humanas emiten cuando descubren que, a pesar de las promesas de su líder, a pesar de las aseveraciones de su Dios encarnado de que vencerían, iban a morir. Por encima de ese estruendo, el Rugido sonó.

No era humano. No era monstruoso. No era, porque era la nada quien lo emitía. Cascarones vacíos, hambrientos de vida y atraídos por la muerte vieron al Príncipe. Y el Príncipe les vio a ellos. Gigantes, temibles, furiosos. Blancos. Luchó, luchó por su vida inexistente y cuando vio que no podía luchar, huyó. Pero los sentimientos pesan y la humanidad es una carga demasiado grande para huir. Y, así, el Príncipe dejo de serlo.

Hambre. ¿Existe un sentimiento peor que ese? Esa no es la pregunta. La pregunta es: ¿Existe alguien que, tras experimentar la verdadera hambre, el vacio completo y absoluto. El no tener ni siquiera identidad. Existe alguien que, tras haber sufrido tal tortura, siga pudiendo ser humano? No hay respuesta a esa pregunta. Quienes podrían responder no desean hacerlo.

Vagó durante días. Semanas. Meses. Años. Siglos. Un milenio. No tenia nombre, no tenia personalidad, no estaba vivo. No Era. No podía considerarse, siquiera, como Nada. Pero el tiempo siguió rozándole. Siguió caminando por el desierto. Y, cuando por fin, pudo considerarse como algo, si bien un algo vació...ya no recordaba.

Vagó mas siglos. Era humano, o lo parecía. Encontró monstruos, cascarones como había sido el hace mucho. Acabó con ellos. No eran. Así que no tenían derecho a estar.

El Príncipe no recordaba ser tal. Sin embargo, recordó una cosa. Recordó a alguien. Su pasado volvía, en forma de espíritu de negra toga, para acabar con él. Se defendió, luchó. Ganó. Y vino otro. Y otro. Y otro. ¿Porque, si el no había decidido ser así? Se dio cuenta entonces. No pararían. Y el no duraría por siempre. Asi que tenia que buscar a otros como él. Y buscó.

Buscó, para poder existir. Buscó, para encontrar. Buscó. Para intentar vagar por siempre. Porque el tiempo...

...ac.

El tiempo no espera a nadie.

PD: Me ha salido un tanto corto, pero a estas horas no puedo pensar muy bien xD
Eve Ishiro
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Mensaje  Dai Miyu Dom Abr 14, 2013 8:35 am


Pruebas de Rol para Capitanes y Espada - Página 2 Prueba

Ahora dirígete a tu ficha, para ver el mensaje que te hemos dado.

Ervey
Dai Miyu
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Nivel de rol : 11

Rango : Capitana del 10° Escuadrón
Otros cargos : Administradora de Spiritual Bank.
Vicepresidente de la Asociación de Mujeres Shinigami.
Soul Coins : 306251
Localización : Seireitei
Humor : Excelente
Intereses : La Comandante

Tienda de Urahara : .
• Explosivos básicos (5 usos)
• Píldora luminosa (3 usos)
• Bomba 986 (1 uso)
• Píldora vigorizante (3 usos)
• Gel coagulante (5 usos)
• Cápsula ilusoria (2 usos)
• Fijador de almas (6 usos)

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Pruebas de Rol para Capitanes y Espada - Página 2 Empty Re: Pruebas de Rol para Capitanes y Espada

Mensaje  Zemial Shadow Jue Mayo 23, 2013 11:35 pm

Nombre:Zemial Shadow
Facción:Espada
Rango solicitado:5º
Ficha



Cuando sus ojos se abrieron pudo ver que se encontraba de nuevo en aquella habitación, un enorme silencio inundaba la atmósfera escuchando tan solo su propio respirar. Lo único que le recordaba que seguía extiendo en aquel mundo desolado y salvaje llamado Hueco Mundo, se levanto para dirigirse hacia el ventanal contemplando las inmensas dunas blancas que rodeaban el palacio de las noches. Observando silencioso la luna que iluminaba aquel mundo donde siempre reinaba la noche, vagos recuerdos le venían a su memoria de una inmensa esfera radiante la cual brillaba con la misma intensidad que un castillo ardiendo en llamas. Junto con el grito de batalla y el sonido de los aceros chocando, dejando que las chispas de la vida flotaran en el aire hasta desvanecerse por completo. Estelas carmesíes surcaban por el viento, siendo guiados estos filamentos escarlata por el acero pulido de un espadón empuñado por un guerrero diestro en el combate de armas cuerpo a cuerpo.

Vestido de armadura completa y una larga capa azulada deteriorada por el paso del tiempo, surcaba guiada por el viento y conforme sus pasos se hacían presente a sus espaldas tan solo quedaba el caos absoluto. Montañas de cadáveres y alguno que otro desperdigado por los suelos, ríos de sangre emanaban de aquel amasijo de carroña y el cielo había oscurecido. Se escucho de fondo el graznido de los cuervos invadiendo el campo de batalla y anunciando el prometedor festín que iban a celebrar. Los enormes portones que custodiaban el castillo se encontraban abiertos a la par, dando vía libre al guerrero solitario el cual caminaba sosteniendo la hoja de su arma recubierta por la sangre de sus enemigos. Pero aquello no era mas que un obstáculo su objetivo real se encontraba al otro lado de la puerta y sus pasos se detuvieron en la entrada, alzando su mirada lentamente hasta llegar a ver en la lejanía al señor del castillo, sentado en su majestuoso trono de mármol. La vejez quedaba reflejada en su ser, una larga barba albina descendía desde su rostro hasta su regazo, no había absolutamente nadie incluso su guardia personal cayo bajo el acero del intrépido guerrero.

Avanzo con paso decidido hacia el gobernante del imperio, escuchándose el sonido del acero rasgando el suelo trazando una línea roja y mediante un movimiento de su mano esparció en la sala del trono pequeños pétalos de sangre. La hora de la verdad había llegado y el rey se levanto de su trono cogiendo con su mano diestra el espadón que se encontraba recostado a su lado, mediante un simple gesto la vaina salió dejando ver su impoluto acero en el cual se vio reflejado cuando empuño su arma. Los dos contendientes corrieron a la par lanzando el primer golpe, cada uno desde un ángulo contrario aunque el destino sé aquellos aceros llego al encontrarse por el camino trazado por sus dueños. De nuevo las chispas estallaron al chocar los aceros, una expresión de furia crecía en el rostro del gobernante, mientras que el rostro del guerrero invasor se desconocía. El yelmo que portaba ocultaba su rostro aunque el crujir de su guantelete deja claro que no pensaba rendirse, al separar de nuevo sus espadónes se produjo una serie de golpes continuos a una velocidad vertiginosa. Los años inundaban la mente de sabiduría, pero a su vez debilitaba el vigor del cuerpo y los huesos se volvían más frágiles.

La batalla entre ambos contendientes se prolongo durante horas, el agotamiento se hizo notable escuchándose el respirar de ambos, pero quien estaba mas desgastado era el anciano rey. Pese a su avanzada edad resistía en aquel combate titánico, cuando de nuevo se abalanzaron en un ultimo acto de desesperación, ambos aceros recortaron el aire guiados por la mano de su portador. Aunque de pronto una en charco rojo finalmente se elevo en los cielos, junto al grito que se produjo al unísono de ambos combatientes pero una voz quedo acallada. Cuando se quisieron dar cuenta uno sintió él frió en su interior, junto al peso del acero caer sobre su cuerpo y el hilo de la vida romperse finalmente. Un cuerpo se dejo caer hacia atrás, cuando el flujo del tiempo volvió a ser estable yacía muerto el rey y quedando en pie el guerrero oscuro quien sostuvo su espadón contemplando el cadáver de su majestad bajo sus pies.

El arrancar volvió a la realidad mientras caminaba por los extensos pasillos de las noches, dirigiéndose a un lugar apartado del palacio donde nadie irrumpiría en el lugar a molestar. Cuando sus pies notaron la textura arenosa que yacía bajo la planta de sus pies continuo andando, una vez lejos de los ojos y oídos curiosos pudo ver mas adelante un hombre conocido por el arrancar. Su mentor, el cual se giro esbozando una leve sonrisa irónica en sus labios observándole, sus brazos se cruzaron sobre su pectoral mostrando tranquilidad.

-¿Piensas que puedes vencerme? No eres mas que una simple fracción. Tienes potencial Zemial, pero no él suficiente para vencerme a mí tu maestro.

Pese a las palabras dichas por su interlocutor, conservo la seriedad en su rostro dando a entender que no le importaba en lo más absoluto sus palabras. La verdadera fuerza no yace en las palabras sino en el acero, no dudaba del poder de su mentor y incluso su propia voz se mostraba inspiraba temor. Dado que no se atreviese a desafiar a la misma muerte, consideraba que no era merecedor de seguir existiendo ya que ante todo un guerrero no podía mostrar cobardía y antes que serlo prefería desaparecer de este mundo sin dejar rastro alguno. Ya que no desearía ofender al campo de batalla con sus residuos espirituales, pero esos pensamientos no lograrían invadir su mente ya que el guerrero arrancar tenia claro sus aspiraciones.

-Puedo... y lo veras por ti mismo. Dado que no sea merecedor de ello, caeré en este campo de batalla.

La batalla se inicio sacando cada uno su zampakutoh y escuchándose un sonido en al aire junto a otro. Viéndose ambos arrancar interceptando sus aceros produciéndose una onda de viento, levantando la arena blanca de la duna antes de volver a desaparecer encontrándose suspendidos en el aire a mas altura. No podía verse con claridad ya que la velocidad ambos guerreros era impresionante, cada vez que la fracción golpeaba a su maestro lo hacia con mas fuerza y no sabia porque cuando sus miradas se cruzaban podía ver a un titán. Una furia súbita nublo la visión del arrancar volviendo arremeter con ganas sin parar, aquello fue su gran error y lo que hizo que su maestro espada hiciera que en él ultimo instante lo evadiese, para después golpearlo con el talón en la nuca haciendo que saliese proyectado hacia el suelo estrellándose y junto con ello surgiendo un banco de arena.

Pese a yacer en el suelo sostenía en su mano diestra su arma, inseparable para el guerrero y levanto con lentitud su mirada hasta ver el acero del arma del espada. Quien lo observa con una sonrisa en sus labios, dándole a entender que estaba equivocado manteniéndose en silencio mirándolo.

-Adelante me has vencido...

Bajo aquella expresión sonriente como muestra de superioridad, hizo que se desvaneciera la sonrisa del espada y cuando alzo la hoja de la zampakuto. Los ojos de la fracción esperaron a que llegara el golpe final, pero este nunca llega y cuando los volvió abrir pudo ver como se estaba alejando del lugar. Se levanto furioso mostrando una mirada asesina hacia su mentor, ya que no entendía él porque no lo había sentenciado tras haberse revelado contra él.

-Tu muerte supondría una gran perdida, no a llegado tu momento aun Zemial. Sigue progresando y puede que el rey de Hueco Mundo un día te convierta en un espada. Y dado que llegue ese día me sentiré orgulloso de ti.

Dichas aquellas palabras avanzo hasta acabar por desaparecer su mentor, lo cual hizo que el arrancar se quedase inmerso en sus pensamientos. Sobre las palabras que dijo su mentor y dado que le había brindado la oportunidad, demostrara que es capaz de convertirse en un guerrero espada y llegado el momento cuando vuelvan a combatir le demostrara lo fuerte que sé a hecho.
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Mensaje  Narración Sáb Mayo 25, 2013 4:55 am


Pruebas de Rol para Capitanes y Espada - Página 2 Prueba

Ahora dirígete a tu ficha, para ver el mensaje que te hemos dado.

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Mensaje  Kisaragi Rikku Miér Jun 05, 2013 11:17 am


Nombre:Kisaragi Rikku
Facción: Espada
Rango solicitado:
Ficha


“tan solo han pasado dos semanas desde el incidente” pensaba allí tirada en las zonas aledañas a ciudad de karakua, junto a mí se encontraba el cuerpo yaciente de un segador de almas y rodeándonos los escombros resultantes de lo que había sido una ardua batalla. “cada vez son más los shinigamis que vienen a por mí”. Haciendo algo de esfuerzo me puse en pie, algo de sangre rodaba por mi rostro, mis capas agujereadas por el filo de la espada enemiga mostraban mis sangrantes heridas. Di un par de pasos hasta llegar a donde se encontraba el shinigami; al dejarme caer sobre mis rodillas pude oír aun su respiración. – ¡Aun sigues vivo!- dije algo sorprendida, tratando de hacer repulsa al dolor para sonreír. –Es una pena, en mi estado actual no tengo las fuerzas suficientes como para comerme tu reiatsu- habiendo dicho estas palabras tosí un par de veces escupiendo algo de sangre mientras perdía mi forma resucitada para adquirir un aspecto más humano.

Usando mi zampakutou como apoyo para evitar caerme comenzaría a alejarme del lugar, “de seguro sus amigos vendrán pronto, lo mejor será no estar aquí para cuando eso suceda” mientras avanzaba regrese mi mirada por unos instantes y balbucee adolorida. –Ya será para la próxima- sin más continúe avanzando dejando un rastro de sangre a mi paso.

Luego de un par de horas me hallaría en la zona central de la ciudad ocultándome dentro de una vieja edificación. “que vergonzoso” pensaba reprochándome a mí misma, “Me he visto en la penosa necesidad de comer esas patéticas almas humanas para reponer energías y ahora nuevamente los shinigami están tras mi rastro". Creyendo haber encontrado un lugar seguro para descansar me senté en el suelo de uno de los oscuros pasillos, descansando mi arma contra un muro.

Entre las esquinas de las paredes podía observarse algo de hierba creciendo, el suelo húmedo permitía la formación de musgo albergando algunos insectos que contantemente se movían por el piso; rápidamente había olvidado el dolor o la situación externa a los muros que me rodeaban, esto hasta aquel momento en el que una gran presión espiritual casi aturdiera mi cuerpo. “¡Es mi fin!” pensé mientras caía al suelo casi sin conciencia de mi misma y sin poder mover un solo musculo. Uno tras otro oía los pasos de alguien acercándose; mi corazón latía apresurado mientras una extraña sensación de frió recorría cada centímetro de mi cuerpo. “¡Muévete, muévete!” me repetía una y otra vez mentalmente. “¡Maldita cobarde, si no logras moverte ahora mismo te convertirás en polvo!” Mi mano izquierda logro encogerse un poco en un esfuerzo fallido por usarla como punto de apoyo para levantarme. Poco a poco la desesperación fue inundando mi mente hasta que repentinamente aquella poderosa presión espiritual se había disminuido totalmente recuperando mi capacidad motora al instante.

Con jadeante respiración y grandes gotas de sudor cayendo de mi inclinado rostro hacia el piso finalmente me ponía en pie, sabía de antemano que la situación no era para nada favorable por lo que debía tener cuidado con mis movimientos, en mi situación actual no duraría demasiado si tuviese que pelear, levante mi mirada y a unos 5 metros pude observar a un hombre vestido con un traje shinobi negro y sobre sus hombros una tétrica capa roja; su mano izquierda tenía una armadura dorada al igual que sus pies, y en su mano derecha sostenía lo que pareciese un arma de fuego. Lentamente deslice mi mano por el muro a mi espalda hasta llegar a la empuñadura de mi zampakutou, mientras tenía mis ojos fijos en la mirada roja abrazante de aquella entidad de amenazante expresión. –Que patética… Sakura chan- pronuncio en un tono mezquino y susurrado. Me sentí algo desconcertada al oír sus palabras, la forma en que me había llamado me indicaba que aquel sujeto podía conocerme o saber algo de mi enlagunado pasado, por otra parte el modo en que lo decía, pretendía que no tenía ningún interés en mí. “Si intento huir ahora podría fácilmente aturdirme con su gran presión espiritual” pensé mientras acercaba la empuñadura de mi zampakutou a mi cintura, quedando esta inclinada sobre su punta hacia mí. “Por otro lado, si le atacase lo más probable es que muera en el acto. La mejor opción sería intentar entablar una conversación, si resulta, quizás consiga algo de información que me fuese útil para salir de esta situación”. Pase saliva intentando juntar algo de valor y entonces titubeante logre coordinar un par de palabras.

-T… ¿Tú eres…?

-¿Un shinigami?- interrogo interrumpiéndome con el mismo tono de frialdad. –Por supuesto que no- en un leve pestañeo había cambiado su posición ubicándose justo en frente de mí, inclinándose un poco para ubicar su rostro frente al mío, a unos 10 cm de distancia, su mano derecha levantada sobre mi hombro izquierdo sostenía el frio hierro colocado en mi cien, sintiendo mi piel erizarse como cuando un felino se encuentra a la defensiva frente a un can; nuevamente me vi pasando saliva con algunas gotas de frio sudor, sentía como si mi cuello fuera un fino hilo del cual pendía mi cabeza y aquel estuviera a punto de ser cortado.

-Parecías más segura mientras luchabas contra el shinigami-

Aquellas palabras me brindaron un gran alivio. “No planea matarme” pensé “Si así lo quisiera, lo habría hecho desde que termine en este estado peleando contra el segador”. Paralelo no pude evitar también, sentirme algo avergonzada por la forma tan cobarde en que había actuado hasta ahora, mas mi orgullo me impediría reconocerlo, comenzando a actuar en una forma desafiante con tosco tono de voz. -¿Quién rayos eres? Y ¿Qué sabes o quieres de mi?- mientras hablaba dirigí el filo de mi arma para ponerlo en medio de los dos, pues comenzaba a sentirme incomoda con el casi encima de mí….

esta historia continuara n.n


Kisaragi Rikku
Kisaragi Rikku
Alma Modificada
Alma Modificada

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Rango : 5ª Espada
Soul Coins : 84480
Localización : En el cielo y en el infierno, en los mares y en la tierra... Y en el rincón mas oscuro de la mente humana....
Humor : Tonto, sin sentido Vs. Quiero matarte n.n
Intereses : Lo mismo que los otros, pero con el doble de intensidad (?)

Tienda de Urahara : .
• 2 Píldoras vigorizantes (6 usos)
• 3 Escudos anti-kidoh (6 usos)
• Bankai Plus (Tenshintai) (1 uso)
• Gigai de edición limitada (uso indefinido)

• Soul Candy (Modelo Ginnosuke)
Alma modificada : Eris.... Ver búsquedas XD

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Mensaje  Narración Jue Jun 06, 2013 1:57 am


Hola, Kisaragi Rikku:

Hemos leído tu prueba de rol y debo decirte que te tengo una buena y una mala noticia.

La buena noticia es que tienes el nivel de un Espada, puesto que tu escritura es amena e interesante. Tienes creatividad y tu estilo es fluido. Veo que tu nivel literario es bueno y por eso, sin duda hubieras aprobado tu prueba de rol.

Sin embargo, aquí viene la mala noticia.

En Kurai Gatsu, además de ser buenos narradores, debemos seguir ciertas normas de escritura, que son muy importantes para saber qué tan apegada eres a las reglas del foro. Y también son muy importantes para evaluar las peleas, de modo que un Espada no puede darse el lujo de no seguir las reglas para el rol.

En tu caso, tuviste errores en los siguientes puntos:
Correcta ortografía.
Respeto por todas las reglas del foro, como el formato de los colores de diálogo, aclaraciones de las técnicas en off rol, etc.

Te enviaré un MP para indicarte con más detalle sobre estos errores, ya que aún con este fallo, todavía tienes la oportunidad de ser la Quinta Espada. Te diré una serie de puntos que deberás seguir de ahora en adelante y el staff observará que los estés aplicando; tómalo como un periodo de prueba, tras el cual, se te dirá si podrás ser una Espada.

Ésta es la primera vez damos una oportunidad de este tipo, y honestamente creo, que si aplicas todo lo que te diré en el MP, técnicamente estamos viendo a la futura dirigente de la Quinta Dependencia. Así que en este momento el puesto de Espada 5 pasa al estado de No disponible y se reserva para ti. Pero, si transcurrido el tiempo de prueba, que dependerá de tu actividad en el foro (no ponemos tiempo, sino en su lugar una buena cantidad de post on rol), continuas teniendo errores, entonces conservarás tu actual puesto y el rango de Quinto Espada quedará libre nuevamente.


Si tienes cualquier duda sobre lo aquí dicho, o de cualquier otra índole, contacta a la Administradora o a la Moderadora Dai Miyu.


Saludos.



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Mensaje  Staff Miér Jun 19, 2013 9:23 pm


Pruebas de Rol para Capitanes y Espada - Página 2 Prueba

Kisaragi Rikku, el tiempo de prueba ha transcurrido, ahora eres:


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Mensaje  Darkrai Feingold Mar Oct 01, 2013 6:06 pm

Nombre: Darkrai Feingold.

Facción: Espada.
Rango solicitado: 7ª Dependencia.
Ficha

-¡Ni se te ocurra acercarte con esa maldita espada! –grité por quinta vez consecutiva, retrocediendo unos pasos para alejarme de aquella extraña mujer vestida de uniforme que había afirmado ser una shinigami.
 
Shinigami, los dioses de la muerte, los encargados de recolectar las almas de los vivos cuando el destino decretaba que les había llegado la hora de abandonar el mundo físico… Así era como se les describía en los mitos y las antiguas tradiciones, historias a las que había dejado de prestar atención al dejar atrás mi infancia para convertirme en un joven adulto. Sin embargo, ante mí se encontraba uno de esos seres cuya misión tan mal interpretada había sido, pues no ponían fin a la vida de los humanos, sino que se encargaban de ayudar a los espíritus de los difuntos a seguir adelante y luchaban contra unas oscuras criaturas que se alimentaban de almas. ¡Aquella situación era una locura! De haber aparecido unos días antes, no habría dudado en llamar a las autoridades pertinentes para que se llevaran a aquella mujer a un psiquiátrico.
 
El problema era que un espíritu no podía llamar por teléfono.
 
No podía creer que hubiese muerto con solo 20 años cumplidos, justo cuando mi carrera como luchador se aproximaba a su cenit; pero lo que más me resultaba imposible de  asumir era que el señor Conrad, mi patrocinador, el hombre que más me había apoyado y me había incitado a cumplir mi sueño incluso cuando yo mismo dudaba de que lograra alcanzarlo, fuese el principal responsable. Aquella traición, impulsada por una codicia que había arrebatado al señor Conrad de toda moral, me dolía más que el puñetazo que me había roto el cuello. Lo digo literalmente, porque se trataba de una de las muertes más limpias y porque la droga administrada por mi patrocinador había eliminado un gran porcentaje de las funciones sensitivas de mi cuerpo. La traición de un compañero, una muerte injusta y una noticia en los periódicos de todo país en el que se adjudicaba mi muerte a una posible adicción a las drogas. ¿Podía haber algo peor?
 
Ah, se me olvidaba la lunática armada con una espada.
-Debo realizar el Funeral del Alma para que puedas abandonar este mundo y llegar a la Sociedad de Almas. –me informó la shinigami a la vez que acortaba el espacio que nos separaba. -¿De verdad crees que la vida es lo único que puedes perder cuando mueres?
-¿De qué estás hablando? –le pregunté con furia, estresado. ¿Acaso podía haber algo peor que la muerte?
La mujer extendió su espada y señaló la decena de oxidados eslabones que colgaban de mi pecho. Aquella cadena había aparecido en el preciso instante en que mi alma se escindió de mi cuerpo y se había ido acortando con el paso de los días.
-La cadena del destino se está erosionando. –me explicó la shinigami. –Si el proceso continúa, te perderás a ti mismo y te convertirás en un terrible monstruo condenado a devorar almas para intentar saciar un apetito que jamás quedará satisfecho.
Sacudí con violencia la cabeza y salí disparado en dirección contraria. Ya tenía demasiados problemas para tener que escuchar un discurso tipo doctrina zen de una chalada. Una voz en mi interior me decía que debía escucharla o me arrepentiría, pero la indignación que sentía la acalló por completo.
 
Desde que muriera y descubriera la traición de mi patrocinador, había permanecido rondando por su gigantesco apartamento como una auténtica alma en pena, rumiando mi rencor y gritando todo tipo de insultos que sus oídos no alcanzaban a oír. Durante toda la semana, cada noche de cada día, observaba a aquel seboso personaje, digno de pertenecer a la más despiadada de las organizaciones criminales, dormir acurrucado bajo las suaves sábanas de su cama abrazado a un saco lleno de dinero. ¿Por qué? ¿Por qué había provocado mi muerte para obtener un dinero que jamás gastaba? ¿Para que quería un apartamento tan grande, una cama de tal anchura, si no tenía mujer ni hijos con los que compartirlos? ¿Cómo se había atrevido a arruinar mi vida si era la suya la que no tenía ningún sentido?
-Tú deberías estar muerto. –murmuré fulminándolo con los ojos, sentado en un cómodo sillón de terciopelo con los brazos cruzados sobre el pecho. –Deberías morir por mi mano.
Un horrible dolor, un dolor más fuerte que cualquier otro que hubiera sentido nunca, atravesó mi pecho cuando los eslabones de la cadena, repentinamente dotados con feroces bocas de grandes dientes, comenzaron a devorarse mutuamente hasta desaparecer y dejar un profundo hueco en mi pecho. La temperatura de la habitación ascendió hasta tal punto que el sillón en el que me encontraba sentado quedó reducido a cenizas y las cortinas empezaron a arder.
-¡¿Qu-Qué está ocurriendo?! –Alertado por el escándalo, el señor Conrad se despertó y observó con ojos temblorosos las llamas doradas que se extendían a su alrededor como si de monstruos ocultos bajo la cama y en los armarios se trataran. Trató de llamar al conserje del edificio, pero el auricular se fundió en su mano llenando el aire con un penetrante olor a plástico quemado.
Una nueva sensación apareció para acompañar el dolor. Era una sensación de vacío, como si me faltara algo; era como si llevase años sin comer y mi estómago se quejara con todas sus fuerzas. Las llamas se concentraron alrededor del hueco de mi pecho y se internaron en lo más profundo de mi ser. No hay manera de estar seguro de lo que ocurrió después, pero para mí fue como si hubiese dejado de existir momentáneamente para renacer bajo una nueva forma; una forma de la que hasta el más valiente de los hombres habría salido corriendo.
Dos relucientes ojos dorados, dos pupilas verticales tan penetrantes como dagas al rojo vivo, examinaron al aterrorizado empresario desde la protección ofrecida por una máscara de hueso que reflejaba la forma de un ave. El señor Conrad, aún siendo incapaz de ver aquella monstruosa criatura, la criatura en la que me había convertido sin darme cuenta, podía percatarse de que había algo oscuro en la habitación, se cubría con las sábanas en un desesperado e infantil intento de huir de lo que hacía que su cuerpo reaccionara sin su permiso. Incluso en la oscuridad, aquellos ojos de depredador podían ver cada pequeño temblor de sus manos, cada tic nervioso de sus párpados, la sospechosa mancha oscura localizada entre las piernas del que había sido un despiadado maleante oculto bajo la máscara de un virtuoso,…

¿Dónde estaba el dolor? ¿Y el pesar? No los sentía. ¿Acaso el vacío, el mismo hambre, los había devorado? Era como volver a estar bajo el efecto de la droga: podía percibir movimientos y sensaciones, pero solo como un espectador al que no se le permitía participar. Aquella noche no hubo pesar, ni añoranza; solo sangre y venganza.


Habiendo devorado el alma del señor Conrad, reducido a un manto de cenizas sobre las blancas sábanas de la cama, la bestia, el salvaje instinto que parecía mantenerme atrapado en un oscuro rincón, desplegó las alas que nacían de sus hombros, hizo añicos la ventana y abandonó la habitación en busca de otras presas a las que cazar. Desde lo alto del cielo, perfilado contra la irregular superficie de la luna llena, tenía una vista perfecta de la ciudad de Tokio, rebosante de almas, tanto vivas como muertas. Fue entonces cuando vi un rostro conocido en lo alto del edificio más cercano: una mujer de largo cabello rubio que vestía un uniforme negro. En la distancia, pude percibir el movimiento de sus labios al pedirme disculpas por tener que cumplir su misión. La shinigami desenvainó su arma y se preparó para atacar.
Pero yo ya había desaparecido.
 
Aparecí en medio de lo que parecía ser un desierto de pálida arena donde el tiempo parecía carecer de significado, pues siempre era de noche y la luna permanecía congelada en el oscuro cielo sin moverse ni cambiar de fase. Aquel lugar tenía algo que me hacía sentir vivo, más vivo de lo que me había sentido en aquel cuerpo humano. Extasiado, liberé una fuerte ráfaga de fuego dorado, cristalizando la arena bajo mis afiladas garras, y dejé escapar un agudo silbido que perturbó el sueño de los habitantes de aquel inhóspito lugar.

Un nuevo Hollow había llegado a Hueco Mundo.

Spoiler:


Última edición por Darkrai el Miér Oct 02, 2013 7:36 am, editado 1 vez
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Rango : Fracción de la 7ª Dependencia
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Mensaje  Nayzhira de Wyvern Miér Oct 02, 2013 6:26 am

Nombre: Nayzhira de Wyvern
Facción: Espada
Rango solicitado: Septima dependencia
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La Bella que muere, la Bestia que nace


Dolor...
Soledad..
Ira...
Oscuridad...


Un gritó desgarró aquella noche despejada, donde una Luna de un color blanco brillaba en aquel firmamento oscuro, dandole a la zona un espectro mortecino y lúgubre debido a la tenue luz que aquel satélite natural proyectaba frente a la Tierra.
Un grupo de jóvenes se arremolinaban ante un macabro suceso que acababa de suceder. Una chica joven estaba de rodillas con la cara desencajada del susto, con las manos a la cabeza casi arrancándose los pelos de la histeria que estaba ahora mismo siendo víctima, que incluso ni si quiera le molestó que su caros vaqueros estuvieran ensuciándose con el barro marrón de aquel jardín. Pues el grupo de jóvenes estaban concentrados en una mansión a las afueras de la ciudad, cercano a un pequeño bosque frondoso de hoja caduca como podría ser robles o hayas, sin embargo el Invierno había pasado por lo que se podía notar ese tupido verde a pesar de ser de noche.

Habían cuatro hombres y tres mujeres en el exterior de la casa, que gozaba de un amplísimo jardín, extendiéndose varios metros antes de que llegar a las verjas que limitaban el perímetro del terreno de aquel inmueble. Parecía ser que discutían entre ellos de manera nerviosa, pues se les oía la voz quebrada cuando se pronunciaban.

-¿¡Que vamos a hacer?! ¡Iremos a la cárcel! ¡Nuestros padres nos van a desheredar!- Dijo uno de los chicos, de pelo corto, bastante alto y fuerte, que tenía puesta una chaqueta fina con el logotipo de su campus estampado en la espalda y que estaba igual de asustados que los demás.

-...Si esto sale a la luz, seremos todos cómplices de asesinato. Y nuestro brillante futuro se habrá acabado de un plumazo.- Ahora era otro hombre que hablaba, un poco más bajo y rubio que el primero, pero que se pronunciaba con una frialdad casi inquebrantable, y que sus gafas graduadas, debido al reflejo de las luces de la mansión, se tornaba una expresión casi sin ningún sentimiento pues eso hacía difícil identificar exactamente su mirada.

-¡Nooooooooooo!- Era esta vez quien tenía la palabra la muchacha que estaba en el suelo, llorando, sus ojos vidriosos hizo que el rímel que tenía en las pestañas inferiores se derramara, acentuando al rededor de los ojos unas falsas ojeras producto del maquillaje. -¡No quiero ir a la cárcel!-  Volvió a gritar entre sollozos

-Pero como puedes decir eso ¡Era tu amiga! ¡Tu amiga!- Esta vez era una de las chicas con un pelo castaño y largo, que miraba hacia abajo, hacia la otra que lloraba, con su rostro lleno de miedo pero a la vez de sorpresa. -¡¿Es que eso no te importa?!- La reprendió, pero no obtuvo respuesta alguna.


Realmente lo que pasó unos minutos antes,  es que no habían tres mujeres, sino cuatro, que a su vez con los cuatro hombres, estaban en una fiesta en aquella mansión, seguramente propiedad de los padres de alguno de ellos. La noche había empezado bien, con risas y alegría entre todos, dando buena cuenta al alcohol que tomaban, y que cada vez se hacía más pesado. Pronto, uno de ellos como idea para que la fiesta fuese algo más emocionante, decidió sacar uno de los coches del garaje, un deportivo de color rojo para dos plazas, y empezó a dar vueltas a través de la mansión, mientras otros cronometraban el tiempo que tardaba, para así empezar a competir entre ellos. La verdad que realmente se lo estaban pasando bien, sin embargo la poca precaución tomada y sobre todo el terreno en la que estaban haciéndolo, un jardín con una zona de baldosas trabajadas que iban hasta la entrada de la hacienda, y otra con rosales plantadas en un extenso terreno de tierra, y sobre todo el peor amigo para la conducción, el alcohol, hizo que uno de esos chicos perdiera el control del automóvil, y diese un volantazo, sin embargo era demasiado tarde, y lo único que consiguió fue empotrarse con una de las chicas que no le había dado tiempo a apartarse como los otros. Y fue entonces cuando el miedo les atenazó.

Los muchachos seguían discutiendo, y las mujeres llorando sin saber que hacer, pues todos ellos lo único que podían tener clara era una cosa, que la habían fastidiado y esto podría ser el fin de todos ellos como personas, estudiantes y jóvenes millonarios. Así que tras meditarlo mucho, el que chico de gafas y que parecía como el que buscaba la opción más viable habló en voz alta inclusive por encima de los gritos histéricos de las mujeres y así captar realmente su atención.

-Debemos...- Miró al suelo y observó el cuerpo que yacía completamente inerte. Una mujer de una edad similar al resto, con un cabello rojizo poblado y largo, que ahora enmarañado le tapaba el rostro sucio debido a que había salido disparada a varios metros del choque, dando varias vueltas por el embarrado suelo. -Tenemos que hacer desaparecer el cuerpo.- Y los demás se quedaron sorprendidos al principio, pero pronto comenzaron a digerir las palabras de aquel. -Hay que ocultar este suceso si no queremos que nos pase nada a nosotros. ¡Tenemos que hacerlo- Dijo casi en un grito la ultima parte como intentando convencer a los demás.

-Creo que tienes razón, no podemos dejar que esto se descubra.- Respondió un tercer chico que no había dicho nada hasta ahora, y que parecía tener la mirada completamente perdida en el limbo.

Así que tras varios minutos y también intentando entrar en razón a las mujeres, por fin emplearon en marcha su plan. Así que sin perder mucho más tiempo, uno de los chicos entró a la enorme casa y salió rápidamente con unas sabanas de un color verde opaco, mientras que otro se había dirigido al trastero y había sacado varias palas acabas en punta.
Primero comenzaron a envolver el cuerpo de la desdichada mujer, hasta acabar completamente oculto bajo las sábanas, como si fuese una alfombra enrollada, y después entre los dos chicos que tenían la complexión más fuerte, tomaron los restos por cada extremo y comenzaron el viaje.

Una marcha fúnebre, con tan solo el ulular de un búho cercano, seguramente observando lo que sucedía en aquella noche desde alguna parte de un árbol. Sin decir palabra alguna, el grupo de jóvenes se adentró el bosque cercano, pues era la solución más fácil y rápida, con tan solamente la luz de un par de linternas y el brillo de la Luna que filtraba entre algunos agujeros de la copa de los árboles, dándole todo momento un aspecto más tétrico allá donde los rodease. Así que cuando creyeron estar en lo más profundo del mismo, rodeado de árboles allá donde se mirase, los otros dos chicos y una chica empezaron a a cavar con las palas.
No había ninguna palabra entre ellos, tan solamente un silencio sepulcral, como si en ese momento hablar fuese tabú para todos. Tan sólo actuaban según con lo planeado, sólo acompañados con el sonido de la tierra removerse con cada palada. Y así fue que tras un duro esfuerzo, cavaron una zanja lo bastante profunda como para poder meter un cuerpo ahí dentro. Entonces entre dos, cogieron los restos de la mujer, y con un movimiento coordinado, echaron la funesta sábana con su contenido en el interior de aquel agujero.
El murmullo de la arena al caer sonó y sonó sin parar, mientras poco a poco la chica iba siendo sepultada. Y cuando estuvo a punto de estar completamente enterrada, la mano que sobre salía se movió lentamente, dando muestras de que la vitalidad de aquella mujer aún no la había abandonado. Sin embargo era demasiado tarde, pues otro montón de tierra ocultó esa evidencia, hasta que al final alcanzó la altura del suelo del bosque, que tras aquel trabajo tan poco agradable, el grupo de jóvenes abandonó la zona, sin saber seguramente nunca, que habían enterrado a su amiga aún estando viva...

Dolor..

Un grito fantasmagórico asoló todo el bosque, incluso haciendo que algunos pájaros que estaban durmiendo, alzaran el vuelo en mitad de la noche. Aquel grito, era más bien un llano, un llanto suave y sordo a la vez, como si fuese de ultratumba, y llegase en todas las direcciones.
El tintineo de las cadenas sonaba constantemente, como si un preso con grilletes escapase a toda velocidad. Sin embargo nada se movía, tan solo las verdes hojas que se frotaban entre sí producto por el viento, creando ahora un suave susurro que incluso era relajante. Aún así, a pesar de que todo estaba quieto, si había algo, una figura sentada de rodillas frente a un montículo de tierra removida. Una silueta espectral que poco a poco se iba distinguiendo que era una mujer con un cabello rojo apagado que le sobrepasaba la altura de los hombros, joven, de tez pálida, y lo sobre todo, lo más destacable, una cadena que le salía justamente del pecho.

-¿Hola?- Preguntó la mujer, con desde luego un acento espectral que resonó en toda la zona. No hubo respuesta. -¿Dónde estoy?- Dijo mirándose su translúcidas manos, y después las llevó a la cadena que le sobresalía. -Me duele...- Se quejó cuando tocó aquellas anillas entrenudadas que iban desapareciendo con bastante lentitud que ni si quiera ella se dio cuenta. -Me duele el pecho- Volvió a quejarse, soltando la cadena, para seguir observando a su alrededor. No sucedía nada.

Soledad...

-¿Hay alguien ahí?- Miró a ambos lados la chica de cabellos rojos, pero tan solamente veía árboles. Nadie la respondía. -Chicos ¿dónde estáis? ¿¡Por que estoy aquí?!-  Esta vez parecía un poco más nerviosa, y el no recibir noticia alguna la ponía aún peor.
Se levantó y comenzó a caminar hacia adelante, sin embargo tras dar varios pasos, que desde luego no hizo ningún sonido al tocar la tierra y pisar las hojas resecas, algo la frenó en seco, como si un muro invisible e inquebrantable se alzara frente a ella. La joven palpó hacia adelante con sus manos, pero no notó absolutamente nada, ninguna resistencia, sin embargo una fuerza desconocida la impedía seguir avanzando. Así que angustiada dio marcha atrás sobre sus propios pasos, hasta volver aquel montículo de tierra removida.

-¿Por qué esto aquí?-  Volvió a preguntar. -Me siento... sola.-  Y se sentó, abrazándose a las rodillas y hundiendo la cabeza en ellas, mientras empezó a sonar un llanto quejumbroso y sobretodo, fantasmagórico. -Estoy sola. Me habéis abandonado.-  Comenzó a hablar entre sollozos para ella misma. -Me habéis...-  Y de repente alzó la cabeza y rápidamente por su mente comenzaron a llegar una serie de sucesos encadenados de manera rápida. Una fiesta, un grupo de chicos y chicas, un coche, un grito, un golpe, y tan solamente la nada. La nada absoluta, hasta ahora.

-Así que estoy muerta.-  En un principio sonó casi como una exclamación de sorpresa, pero después terminó como si fuese una forma de autoconvencerse. -Y abandonada.-  Otra vez un hilo de lágrimas recorrieron sus grandes ojos. -Por mis amigos...- Empezó a varias su subjetividad ante los hechos.

Ira

-Los odio- Se escuchaba casi algo inaudible, pues lo decía en voz baja. -Los odio- Volvió a repetir pero esta vez en un tono mayor. -¡LOS ODIO!- Y terminó con un grito desgarrador haciendo que los animales cercanos volvieran asustarse salieron despavoridos a ambos lados del punto de origen.

La joven se levantó casi de un brincó, y se secó las lágrimas. Su mirada se clavó en lo que seguramente había deducido que era la tumba de ella, y después miró la cadena que le salía del pecho y que cada vez le ardía y dolía más, aunque se dio cuenta que esa cadena apuntaba en aquella dirección. Se dio media vuelta y comenzó nuevamente a caminar para intentar salir del bosque, pero volvió a chocar contra la barrera invisible, y aunque ella ejerciera fuerza, no cedía nada, y no podía avanzar.
Apretó los dientes, y tiró de la cadena que le salia de mitad del pecho pero no pasó nada. Volvió a tirar y tampoco nada cambió. Mientras su semblante comenzaba a tornarse ya no con ira, sino, lleno de furia, con sus finas cejar inclinadas y arrugando la frente.
-¡Os odio, a todos!- Gritó y como si fuese una fuente de fuerza para ella, en el último tirón de la cadena, esta cedió, desprendiéndose de su pecho, y acto seguido deshacerse entre su manos.

Los árboles que tan apaciblemente estaban, comenzaron a temblar todas las ramas, las hojas se movían de un lado a otro, empezaban a moverse de un lado a otro de manera casi frenética, por el viento que se arremolinaba. La fauna ya había abandonado el lugar incluso mucho antes de los acontecimientos, debido al sentido del peligro que poseían todos. Y de repente una explosión, una explosión de luz baño todo el bosque casi en su totalidad y que levantó una pantalla de polvo removiendo toda la tierra. Un gran foco luminoso que seguramente se podría haber visto desde kilómetros de distancia, sin embargo para las personas normales y sin el conocimiento del reiatsu, pasaría completamente desapercibida.
Y después silencio.

Oscuridad

El rugido que se escuchó era para seguramente alertar a toda la vecindad cercana, pues un horroroso grito grave y gutural desquebrajó todo el lugar, haciendo incluso vibrar las piedras del suelo. Y una fuerte pisada sonó, después otra, y después otra. Algo pesado y grande se movía, pero el zumbido que dejaba con cada movimiento podía hacer deducir que también se arrastraba. Y por fin, aquel polvo levantado por la deflagración espiritual, empezó a asentarse poco a poco, para mostrar por fin una grotesca silueta donde hasta hace un momento había una mujer de delicadas facciones.

Unas enormes alas de membrana de un color óseo, pero con un rubor carmesí repartido por una infinidad de protuberancias rugosas que salían de la superficie, fue lo primero que se vio. Seguido de unas garras delanteras, que sobresalían de aquel majestuoso cuerpo, lleno de escamas nudosas que se apretujaban entre sí, sostenido por dos poderosas y musculosas patas que se clavaban en la tierra con sus calcáreas y gruesas uñas. Por detrás arrastraba una gruesa cola  que acababa en una amenazante punta, llena de pequeños pinchos que salían por la parte superior de la misma y que recorría toda la espalda como si fuese la espina dorsal. Sin embargo lo más llamativo de aquel extraño ser, era su rostro, que era alargado acabado en unas fauces, donde poseía una hilera de blancos dientes y puntiagudos, para terminar en la parte superior de su cabeza dos cuernos de un negro tan profundo como la noche más cerrada.
Aún así habían dos puntos brillantes que se podrían ver incluso con una visibilidad casi nula, eran dos orbes ambarinos dentro de unas cuencas negras, como si fuera el rostro de una calavera, una calavera de un ser mitológico de antaño, de los que cuentan en libros de fábulas y leyendas. Era la imagen de un Dragón.
Este ser, que pronto se daría a conocer como un Hollow, extendió sus alas, dándole un aspecto aún más grande de lo que era, apoyándose en sus dos patas traseras, y así incluso ver el enorme agujero negro que tenía en todo el abdomen, derribando algunos árboles jóvenes en el proceso, para volver a rugir, pero esta vez a pleno pulmón, seguramente escuchándose aquel estruendo a kilómetros de distancia, y por consiguiente atraería a visitantes inesperados que pronto entendería por Shinigamis. La lucha por su propia supervivencia comenzó.

Había muerto una gran mujer, y en su lugar había nacido un terrible monstruo.
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Mensaje  Staff Jue Oct 03, 2013 9:33 am

Hola.

Luego de la deliberación del Staff, ya tenemos el nombre de quien ocupará el liderazgo de la Séptima Dependencia. Sin embargo, debido al problema temporal con photobucket, donde tenemos alojadas nuestras imágenes, pediremos un poco de tiempo para dar el anuncio oficial, mientras esto se soluciona.

Lamentamos la espera, sólo pedimos un poco de paciencia.
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Mensaje  Staff Vie Oct 04, 2013 2:48 am


Darkrai Feingold

¡Felicidades!

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Ahora dirígete a tu ficha, para ver el mensaje que te hemos dado.

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Mensaje  Alphonse Wolfram Sáb Oct 12, 2013 7:08 pm

Nombre: Alphonse Wolfram
Facción: Capitán
Rango solicitado: Capitán 8º escuadrón.
https://bleach.foromx.com/t1562-alphonse-wolfram

Alphonse Wolfram ha vivido muchas cosas desde la última vez que intentó obtener, de una vez por todas, su Bankai. No ha tenido demasiado tiempo para reflexionar y desde luego poco para descansar. Han sido las semanas más intensas de su ‘vida’, entre tanto combate e investigación. Aunque con todo lo pasado no ha avanzado mucho en la búsqueda de estos seres diabólicos, no cree que haya sido en vano, porque ha aprendido muchas otras cosas.

Por fin de vuelta en el Seretei, se halla relajado en los jardines cerca de su escuadron, dejando que la brisa le acaricie la cara, sentado debajo de un árbol, con la luz del sol bañándole las piernas, dejándole en un estado de sopór.
Las hojas que cubren su cara de la luz se mueven de un lado hacia el otro, creando un sonido sereno, haciendo que los párpados de Alphonse sean cada vez más difíciles de dejar abiertos.

Cuando se quiere dar cuenta se encuentra en su mundo interno, un lugar hecho de cristal, calentado por un sol tan esplendido como el que se encuentra en el mundo real. Mira a su alrededor mientras bosteza y se estira, para espabilarse un poco. No ve a su Zanpakuto, por lo que supone que está en la casa. Se dirije hacia ella, paseando por el jardin de flores cristalinas, con una amplia sonrisa; lleva bastante sin visitar a su amigo Fuwatari-domo.
Entra por la puerta y allí está su espada, escribiendo un poema. -Hola, Ko-domo.- Le saluda mientras se quita los zapatos para entrar más adentro en la casa. -Hola, Alphonse.- Contesta friamente, como de costumbre. -¿Qué tal has estado?- Pregunta con el mismo tono, aunque en realidad lo pregunte porque le importa Alphonse, no solo por educación. El rubio sabe que no debe dejarse engañar por la voz de Fuwatari, ya que siempre es la misma, esté contento o enfado o triste, no expresa sentimiento alguno nunca –excepto cuando está verdaderamente molesto-.

El teniente se sienta en el suelo al lado de Ko, apoyando sus brazos en la mesa, observando como escribe el poema. -Ya lo sabes, molido, jaja.- Le dice con una gran sonrisa, aliviado. ¿Por qué aliviado? Sencillo. Él pensó que nunca más iba a volver a ver a su Zanpakuto. Quizá fuera un pensamiento extremo, pero en el fondo, aunque no lo quisiera pensar, lo hacía y le carcomía la idea. -Llevo pensando en lo que pasó. No entiendo, te gané...- Le reprocha, recordando la palea que tuvieron de la cual él salío victorioso. Aún así, su espada no ha querido brindarle su poder deifinitivo, el Bankai. -Paciencia, todo a su debido tiempo.- Le responde tranquilamente, dando a su poema los últimos retoques antes de levantarse despacio, sin prisa, volviéndose mera luz, intangible, no cubierto por su armadura de cristal, que necesita para poder interactuar con el mundo y así, al fin y al cabo, poder escribir. -Sé que tienes muy en cuenta todas mis enseñanzas, que eres poderoso y humilde, que necesitas ser más fuerte, pero, hay una última cosa que, aunque lo sabes, no has llegado a asimilar del todo.- Dice, andando hacia fuera, con los brazos cruzados y los ojos cerrados.
Alphonse le sigue con rapidez, pensando en lo que le ha dicho. -Dejame probar, por última vez, por favor. Te ganaré otra vez, así no me puedes decir que no.- Insiste el shinigami, poniendo cara de pena para que su Zanpakuto ceda; pero no lo hace. -No todo se basa en ganar. Te dije que me tenías que dañar y no lo hiciste. Fracasaste de nuevo ese día, como todas las demás.- Termina de decir, llegando a la orilla del lago, junto a su pesado amigo. -¡Pero si te corté la cabeza!- Le dice, elevando un poco la voz, frustrado y con el ceño fruncido. Su espada, en cambio, está calmado, con los ojos cerrados. -No sentí ni cosquillas. Pero si insistes. Nada cambiará.- De repente, el ente de luz que es Fuwatati, vuelve a convertirse en cristal como lo estaba antes y se gira hacia Alphonse, propinándole un puñetazo en la cara.

Se despierta abrumado, llevando sus manos a su nariz de inmediato, para ver si el puñetazo de su Zanpakuto terminó por darle o pudo salir de ese mundo a tiempo. Para su suerte, no, no ha recibido ningún daño.
Se levanta con rapidez, sacando la espada que tenía envainada a su lado. En ese momento, aparece la figura de Fuwatari no Hikari, sin armas a la vista, solo él. -Al, nunca te he enseñado mi verdadero poder, el bankai, por una simple razón. No has visto mi verdadera forma, aunque insistes en hacerlo. Si de verdad lo quieres...- Deja las palabras en el aire, volviendo a deshacerse de su exoesqueleto de cristal, para elevar su reiatsu a un nivel bastante alto.
Alphonse cubre su rostro por instinto, aunque el viento que causa no sea ofensivo. Eso sí, en lo que se está transformando sí es algo peligroso.
El espiritú de la zanpakuto de Alph cambia a tomar forma de un dragón chino, de color dorado, de unos 3 metros de longitud. Cuando termina de convertirse en el temible monstruo, se cristaliza y pasa de ser intangible a algo bastante sólido. Empieza la pelea.

El dragón suelta un rugido y se abalanza sobre Alphonse, moviéndose en zigzag, con la boca bien abierta para pegarle un mordisco. Éste reacciona, saltando hacia arriba y quedándose en el aire. -Henkan bunkai shi, Fuwatari no hikari- Recita el commando de su espada, liberando el shikai con un destello. La hoja es ahora más pequeña, pero también más mortífera.
El dragon empieza a volar también, moviéndose como una serpiente por el aire, dirigiéndose a su presa. Al se lanza en picado, con la espada apuntando hacia su enemigo, gritando a la vez que lo hace. En el último momento, utiliza el shunpo para apartarse del camino de las fauces de la bestia, para aparece encima de su lomo, intentando así poder penetrar su espalda y dañarle. Pero no es tan fácil.
El réptil de cristal, al notar su presencia en la espalda, empieza a dar vueltas sobre si misma para librarse del parásito. Lo consigue y Alphonse cae hacia el suelo con bastante velocidad. Consigue estabilizarse y cae de pie, mirando desafiante a su contrincante. Piensa tan rápido como puede en alguna estrategia, pero nunca a luchando contra un rival así.

Le saca de sus pensamientos un rayo de reiatsu de color dorado que sale disparado de la boca de Fuwatari, ataque que consigue evitar con una técnica. Antes de ser alcanzado, dice. -Kurisutaru no sousa.- Y pasa la mano libre por encima de la hoja de la espada, apareciendo en su brazo un escudo, que utiliza para escudarse del ataque. El cristal termina por quebrarse, pero ha servido a su propósito. -¿Eso es todo?- Pregunta serio, elevando también su energía espiritual, creando ráfagas de viento, además de un aura amarillo alrededor suyo. -Esto no ha hecho más que comenzar.- Le medio ruge, medio habla, Ko, volviendo al ataque.

Luchan durante unas horas, una ardua batalla en la que Alphonse lucha al máximo pero no consigue sacar ventaja a su oponente. Jadeando, con cortes y quemaduras, además de mordiscos, Al mira al dragón de cristal casi ileso, pensando en algo que puede hacer.
Agarra con fuerza la espada en su mano derecha y sonríe levemente, ya que cree haber hallado la respuesta. -Ya lo entiendo. Te he golpeado más de una vez, te he cortado, aún así no me has concedido la victoria. Eso significa, claro está, que algo hago mal.- Dice con una confiada sonrisa, cogiendo la espada al revés, para que la punta apunte hacia atrás mientras esté el brazo colgando al lado del tronco. -La mayoría de gente ve a su sus zanpakuto como un simple arma. Pero no, son parte de ti. Ellos viven lo que tu vives, sufren lo que tu sufres, sienten lo que tu sientes y por ello...- No termina de hablar cuando, cogiendo con ambas manos la empuñadura de la espada, hinca la hoja de esta en su abdomen, soltando un leve grito de dolor, cerrando los ojos con fuerza.

Consigue abrir su ojo derecho un poco, pudiendo ver que su Zanpakuto a recuperado su forma de humano. Se acerca a Alphonse, quien se cae de rodillas al suelo, aún agarrando la espada que le atraviesa el estómago. -Somos uno.- Dicen a la vez. La espada se convierte en luz, que toma forma del dragón que antes era Fuwatari. Éste asciende en espiral por encima de Alphonse dos metros, antes de caer por el medio de los espirales hechos con su cuerpo de luz, para terminar chocando contra Al, formando alrededor suyo una armadura de cristal.
Todo termina con una explosión de energía blanca y un... -¿Ban... kai?-

Antes de caer inconsciente, exhausto, la voz de Fuwatari no Hikari resuena en la cabeza de Alphonse. "-¿Doloroso? Sí, y te hará pensar dos veces antes de meterte en una lucha. No la utilices a la ligera. Aún así, como siempre, si de verdad necesitas mi apoyo, mi energía, mi poder, ya sabes, siempre estaré a tu lado."
Alphonse Wolfram
Alphonse Wolfram
Guerrero
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Rango : Capitán del 8° Escuadrón
Soul Coins : 50401
Localización : Nanashi.
Humor : Deseoso de Rol (y de pelea)~~
Intereses : -Luchar contra los más poderosos.
-Mejorar la vida de los residentes del Rukongai.
-Mejorar mi bankai.
-Realizar el segundo interes y después convertirme en capitán del 9° ó 13° escuadrón.

Tienda de Urahara : .
• Gigai portátil (1 uso)

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Mensaje  Staff Lun Oct 14, 2013 8:06 pm



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Mensaje  Vlad D. Wolfgang Mar Nov 12, 2013 6:20 pm

Nombre: Vlad D. Wolfgang.

Facción: Sociedad de Almas.
Rango solicitado: Capitán del 5º escuadrón o otro si este se ocupa.
[url=https://bleach.foromx.com/t1728-vlad-d-wolfgang#13168]Ficha[/url]
Era un día como otro cualquiera, bueno más bien una noche y Vlad se encontraba algo aburrido, por ello decidió ir a su taberna preferida en el Rukongai, el Poni Pisador, una taberna con todas las letras, muy diferente a esas casas de té que reinaban por toda la zona y con una bebida de verdad, la cerveza. Esa bebida que recorría la garganta tan rápidamente refrescándola, con un leve sabor amargo, pero que la hacía tan especial y encima con tanta variedad entre rubias y negras.
 
Al entrar toda la clientela le miro inicialmente por sus pintas desgastadas como si fuera un vagabundo, pero luego con un increíble respeto al ver el haori que usaba como bufanda.- Hola Tom, veo que tienes una noche movidita.- Dijo el shinigami al dueño del establecimiento.- Si Vlad, ¿Qué quieres tomar hoy? ¿Lo de siempre? Preguntaba el regordete hombre tras la barra. El joven peliblanco le respondió con un simple gesto asintiendo con la cabeza y tomando asiento junto a una chimenea.
 
Poco después llego Tom con una jarra de un litro de una cerveza rubia de la más excelente calidad delas que disponía en su establecimiento.- ¿Nos deleitaras hoy con una de tus historias hoy Vlad? Sabes que este público siempre se muestra muy intrigado por la vida de un capitán.- Comentaba con una incipiente jovialidad pese a su edad, pero propia de una persona que vivía de cara al público todos los días.
 
El shinigami paso la mirada por todos los presentes y tras un resoplido de dispuso a hablarles.- Esta bien, os contare una historia, pero esta vez no será delas típicas batallitas de cómo mato a muchos hollows o cumplo con mi deber con el Gotei, esta historia se remonta años o siglos atrás, mucho antes de conocer la vida de shinigami. Vais a conocer la historia de cómo me convertí en un hombre.- Miro la cara de vicioso de más de uno de los presentes y señalo a uno de los presentes.- No en el sentido que piensas viejo verde, hablo de un hombre de verdad, de madurez y voluntad. Ahora conoceréis mi historia- Sin más dilación tomando un buche de su bebida comenzó a narrar su historia.
 


 
Desde joven he tenido sueños extraños, donde me veo viviendo con lobos y en otros momentos veo que mis vecinos son las ratas en las cloacas. Jamás he llegado a comprender su significado, aunque me vienen raras veces, siento que son una parte importante de mi persona, pero lo que si soy más que consciente es que algo me ha ayudado es a comprender que mi futuro está en vivir en condiciones extremas, pero con animales y es esa una de las causas por las que decidí ser cazador.
 
Inicialmente a mi padre que era un simple tendero no le agradaba la idea de que estando en una zona interna del Seiretei, concretamente en el distrito veinte, me fuera a dedicar a un oficio que me hiciera desplazarme por las zonas más peligrosas para acabar en los bosques donde enfrentarme a peligros que nunca se sabía que podrían llegar a ser realmente. Aun así pese a su ardua oposición mi convicción lo era más y por ello al final logre mi objetivo, pudiendo trabajar como aprendiz de un cazador que conocía mi padre y vivía en el distrito setenta y cinco.
 
El nombre de mi mentor era Inugami Kitsuki, era bastante conocido en el oficio y ante todo muy característico al ser tuerto y llevar un halcón con él en todo momento.- Así que este canijo es el que desea trabajar como un hombre de verdad.- Fueron las primeras palabras que me dijo al verme y quedaron grabadas a fuego en mi alma, ante lo que solo pude responder con una inclinación de cabeza a modo de afirmación.
 
Desde ese día comencé a vivir en casa de mi nuevo maestro, aunque iba de vez en cuando a visitar a mi familia. Inugami era muy exigente conmigo y al principio solo me usaba para hacerle las tareas de la casa, pero yo pensaba que lo que hacía era poner a prueba mi voluntad para saber si realmente valía la pena de que perdiera su tiempo en mí. Afortunadamente tenía razón y al mes comencé a aprender la cosa más básica que era el rastreo, pero el maestro no me dejaba matar a menos que conociera a los animales de la zona. Con esto se refería principalmente a las costumbres de los mismos, pero yo lo lleve un extremo más allá, pues me centre en conocer sus modos de reacción, sus olores, métodos de defensa, comidas favoritas, etc. Todo esto me llevo meses y muchos ataques no deseados, pero el esfuerzo valió la pena.
 
El siguiente paso de mi formación fue el último de todos, aprender a hacer fuego con ramas y piedras, algo que no me costó más que un día, pero a esto le continuaba el despellejar el animal, curtido de la piel, cuidado y debido cocinado de la carne. Estas fases parecían inicialmente que serían bastante fáciles y realmente estaba muy nervioso con aprender lo más importante la caza propiamente dicha, pero quien me iba a decir que aún me quedaban meses por poder probar eso. Las primeras semanas solo conseguía romper las pieles o que se quedaran con trozos de carne y provocaban que se pudrieran rápidamente, igual que a la hora de cocinar muchas veces se me quedaba cruda o incinerada.
 
Aun así tras mucho esfuerzo me convertí en un maestro del despellejo de pieles y su curtido, pudiendo hacerlo en media hora cuatro pieles perfectas de oso con una navaja o una piedra debidamente tallada. En el tema culinario no era especialmente mi fuerte, pero al menos acabe consiguiendo que se hiciera bien la comida y  con eso Inugami afortunadamente estaba complacido, por lo tanto ya solo quedaba aprender como cazar.
 
El arte de la caza requería a su vez mucho trabajo e imagináis en que ¿No?, está claro el manejo de armas, pues solo sabía usar una simple navaja. Por ello mi siguiente paso fue aprender cómo usar una katana y sobretodo un arco, el cual talle yo mismo, aun así no me costó más que un mes entrenando dieciséis horas al día dominar estas armas lo suficiente para poder cazar o eso creía. Inugami se plantó ante mi imponente blandiendo su katana.- Si quieres ganarte el derecho a cazar, debes ser capaz de ser un oponente digno de mi arma, así que niñito, demuéstrame que realmente has salido de debajo de las faldas de tú madre y ya eres un hombre de verdad.- Ante estas palabras sin dudarlo, con mi jovial energía y ligiamente tuvo el más esperado de los finales, acabe comiéndome el polvo del suelo y con ello muchos cortes de los cuales algunos son los que luzco hoy en día con mucho orgullo en mi cuerpo.
 
Afortunadamente tras tres días de sobresfuerzo de combates, en lugar de ser el primero en atacar decidí esperar y actuar en consecuencia. Gracias a esa sabia decisión pude ver un ataque descendente hacia mi cabeza, que pude esquivar con una elegante finta y remate no con un golpe de mi katana, sino un golpe de mis puños en su hígado, algo muy certero pues logre dejar al anciano sin aire y que se encorvará. Lógicamente mi cara se tornó de preocupación y acudí raudo a su rescate, pero cuando vi su rostro solo pude ver una reluciente sonrisa.-Te felicito, te has vuelto un hombre.- Ese rostro lleno de orgullo, es algo que me llego a lo más hondo de mi ser y no pude evitar contener unas lágrimas de pura felicidad recorriendo mis mejillas mientras le ayudaba a levantarse y abrazarle, gente que sin duda alguna me correspondió, pues pese a parecer una persona muy fría tenía su corazón y me empezaba a ver como su propio hijo.
 
Pese a todo aún queda la parte más importante, mi primera cacería no fue a otro animal, sino al más complejo y fiero de todos, el lobo. Os preguntareis ¿Qué tiene de difícil, si es más peligroso otros como el oso, con su descomunal tamaño y fuerza? Y os responderé, es el único animal que trabaja en equipo, que muestra una clara jerarquía estudian a sus rivales y defienden a los suyos hasta el final, por eso es que es el más complejo de todos y el que más respeto se merece sin duda alguna.
 
Mi presa fue el macho alpha de una manada con su pelaje negro impoluto, sin rastro alguno de mestizaje. Para mi cacería decidí atacarle en el momento que más vulnerable podían estar, cuando fuera a beber a un lago cercano, pues ahí se sentiría confiado y tendría pocos compañeros cerca, más aun al saber que el lago era bastante profundo. De ese modo equipado solo con un cuchillo, una caña y mis manos me dispuse a esperar la llegada de mi presa.
 
Tardo solo media hora en dejarse ver con tres lobos por los alrededores que se podían ver claramente, pero que nada podrían hacer pues en cuanto el rostro de mi presa toco la superficie del lago mis brazos de alzaros del fondo del lago para envolver su cuello y tirarlo en un rápido forcejeo al centro del lago, siendo ahí una presa fácil. El combate acuático no duro mucho y fui capaz de ahogarlo con una sencilla estrangulación con mis brazos, aunque un doloroso mordisco en un antebrazo y algún arañazo si me lleve, mientras sus compañeros aullaban como locos fuera del lago sin saber qué hacer y aullaban con una notoria desesperación.
 
Salir del lago fue relativamente fácil al hacerlo por una zona muy fangosa y llena de grandes plantas con las que poder ocultarme, pues ese fango también lograba ocultar mi olor de modo que la vuelta al hogar fue épica. Mostraba un cuerpo lleno de barro, que olía a demonios literal y con algunas heridas, pero tenía mi primera presa un lobo macho alpha….
 


 

Tras esa última palabra el capitán dio un último sorbo a la cerveza que había pedido y con ello se levantó ante los presentes en la taberna dejando una reluciente moneda al dueño del local.- Espero que les haya gustado esta pequeña y resumida historia de cómo me volví en un hombre y como es un hombre de verdad.- Decía el joven muy relajadamente mientras con una leve reverencia, innecesaria por su cargo superior, se despedía de los presentes y volvía a su hogar en su escuadrón.
Vlad D. Wolfgang
Vlad D. Wolfgang
Alma Modificada
Alma Modificada

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Rango : Oficial del 5° Escuadrón
Soul Coins : 12780
Tienda de Urahara : .
• Píldora vigorizante (3 usos)

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Mensaje  Renga Yrael Miér Nov 13, 2013 6:34 am

Nombre: Renga Yrael

Facción: Shinigami
Rango solicitado: Capitán del decimotercer escuadrón.
[url=https://bleach.foromx.com/t1717-renga-yrael]Ficha[/url]

Yrael parpadeo y abrió los ojos. Se encontraba de rodillas en el suelo aunque en un lugar muy distinto en el que hacia unos instantes, antes de cerrar los ojos, había estado.
Sin moverse del lugar y en silencio, el chico miro a su alrededor con una expresión neutra en su rostro. Todo lo que su vista alcanzaba era un páramo  de tierra, salpicado por alguna que otra colina solitaria y formaciones rocosas. Pero había un detalles que hacia único aquel lugar: Las espadas. 
Cientos de miles de ellas, todas distintas, se hallaban clavadas sobre el suelo, sembrando todo aquel lugar y dotándolo de un aspecto lúgubre y desolador. El viento parecía ser lo único que se movía en aquel mundo, levantando finas nubes de polvo anaranjado y silbando entre las hojas de las espadas.
Así que este es mi mundo interior... Pensó Yrael mientras contemplaba el espectáculo. -Que alegre.- Dijo para sí con tono sarcástico.
Tras un momento más de silencio se levanto.-Bueno, es hora de empezar.- Y no fue asta que se puso en pie que no la ausencia de sus armas. 

-¡¿Uh?!- Exclamo con cara de sorpresa mientras tanteaba inútilmente en su espalda y cadera. Después de unos momentos de búsqueda infructuosa, se detuvo a pensar sobre aquel echo y llego a la conclusión de que aquello no carecía de lógica. 
Era su mundo interno y el de su Zampakutoh y si esta se encontraba allí en su forma física, era normal que las Ninjato no estuviesen. 
Tras esto, echo a caminar mientras recordaba lo que siempre le decía su abuelo:
Los mejores espadachines creen que las espadas son extensiones de su cuerpo. ¿Pues como van a dominar correctamente una espada si no saben controlar su cuerpo?
Durante un instante, una sonrisa se dibujo en sus labios al recordar al anciano y sus palabras.

*****************************************************************************************

Llevaba lo que le parecieron horas caminando por aquel desértico lugar, aunque estaba convencido de que el tiempo y el espacio carecian de significado aquel mundo. En un principio no se había percatado de ello pero aquel lugar parecía estar inmerso en un eterno atardecer, con lo que era imposible percibir el paso del tiempo a través del desplazamiento del astro anaranjado que brillaba en el horizonte. Por si fuera poco, caminar entre las espadas era una labor mas complicada de lo que había creído en un comienzo y ya se había llevado algún que otro corte.
Yrael caminaba sin rumbo, no sabia lo que buscaba ni que se suponía que debía encontrar allí. Solo esperaba dar con algo que le indicara que debía hacer a continuación. 
Tampoco tenia mas opción, ya que, de echo, no sabia muy bien como se suponía que iba a salir de aquel lugar.

Cuando ya estaba al limite de su paciencia, noto un sutil cambio en el ambiente. 
Yrael se detuvo en seco y giro la cabeza a banda y banda. Había algo distinto, algo que antes no estaba pero no sabia decir el que. Su cara fue de sorpresa cuando por fin descubrió lo que andaba buscando.
Prácticamente fundida con el silbido del viento, se escuchaba un leve cantoneo.
Ahuecando las manos y llevándolas a las orejas, el chico tubo que escuchar un rato mientras su cara se convertía en un cuadro debido a su exagerada expresión de concentración.
-¡A la derecha!- Exclamo repentinamente instantes antes de salir corriendo en aquella dirección embargado por la emoción y la perspectiva de llevar a cabo su cometido.
No podía oír una letra clara, ni siquiera el amago de unas palabras, pero estaba seguro que había alguien cantando.

Corrió alocadamente, cortándose en más de una ocasión con las afiladas hojas de las armas que parecían la macabra cosecha de una criatura de la guerra. 
Corrió mientras sus piernas se teñían de rojo. Corrió asta que se encontró con ella.

Plantada frente a él vio a una figura pequeña.
En un principio no supo distinguir si era un niño o una niña ya que llevaba el pelo bajo una gorra y vestía un mono, ademas, que fueron sus enormes ojos azules lo que acapararon toda su atención. Aquel ser se encontraba agachado sobre el suelo, entonando una canción para niños mientras dibujaba en el suelo con uno de sus pequeños dedos, cuando Yrael se planto a pocos metros de ella.
La Zampakutoh giro lentamente la cabeza hacia el recién llegado que se encontraba jadeando y ensangrentado, inmóvil, observándola. La cara de sorpresa que se le quedo a los dos fue muy similar.
Ambos se quedaron quietos durante unos instantes, mirándose mutuamente, evaluándose. Entonces Yrael dio un único paso hacia la que ya había identificado como una niña. Al instante se percato de su error.
En cuanto el joven avanzo su pie, la pequeña echo a correr en dirección contraria, huyendo de aquel extraño. Yrael ,por su parte, tardo un poco en reaccionar y para cuando se lanzo a la carrera tras su Zampakutoh, esta ya le llevaba una buena ventaja. Por si fuera poco, atravesaba las espadas como si fueran meras ilusiones.
Lanzando improperios y maldiciendo para si, el Shinigami corrió entre las espadas, cortándose una vez tras otra.
-¡Espera!¡¡¡DETENTE!!!- Grito a la niña, la cual hizo caso omiso a sus peticiones. Paso un rato asta que consiguió darle alcance en la base de una de las paredes de piedra y para entonces, Yrael se encontraba exhausto, acusado por las decenas de heridas que adornaban ahora sus piernas y la larga carrera.

-Te tengo...- Murmuro más para si que para ella mientras dibujaba una sonrisa de satisfacción. Pese a esto, en cuando la pequeña se giro y vio el terror en sus ojos, algo se revolvió en el. Una profunda pena y tristeza. 
¿Cuanto tiempo debe llevar sola en este triste páramo? Pensó. Debe estar aterrorizada, acorralada por un tipo empapado en sangre y... Sus reflexiones fueron repentinamente cortadas cuando una espada le atravesó el hombro izquierdo por detrás.
El chico solo pudo atinar a dibujar un mudo Oh de sorpresa cuando cayo al suelo de boca.

El dolor era lacerante e hizo que el esfuerzo de reincorporarse fuera una tortura. 
Durante unos instantes se pregunto de donde había salido aquella espada. ¿Quien le había atacado por la espalda?¿Había mas gente en aquel lugar? Todas sus preguntas obtuvieron su respuesta en cuanto levanto la cabeza.
La niña se hallaba frente a él, rodeada de un leve fulgor dorado a la vez que sus ojos despedían un brillo similar. A su alrededor, cientos de las espadas que hacia un momento estaban clavadas en el suelo, danzaban girando lentamente en una órbita.
La cara de Zampakutoh se había convertido en una mascara de rabia.

Llevándose la mano a la espalda, Yrael se arranco al espada que le ensartaba entre muecas de dolor y la arrojo a un lado. Luego se dirigió a una de las espadas más próximas que aun se encontraban clavadas y la cogió con las dos manos.
Un sonido metálico y estridente, similar a un grito, estallo en su cabeza como un fogonazo de dolor en cuanto agarro la empuñadura haciendo que la soltara inmediatamente. Cuando retiro sus manos sorprendido, se percato de que le sangraban las palmas y tenia cortes allí donde había tocado el arma.
-demonios.- Maldijo en voz baja.
Valorando las pocas posibilidades que tenia para defenderse, se resigno con un encogimiento e hombros y se planto de nuevo frente a la niña.
-Entonces a tu manera abuelo.- Concluyo mientras sonreía. Sabia que lo que pretendia era una locura, pero de alguna manera tenia la certeza de que no iba a morir en aquel desolado paramo.
El chico se lanzo a por ella y acto seguido varias espadas volaron en su busca. Bañando sus manos en reaitsu, tal como hacían los miembros de su familia, aparto con la palma tres espadas, una tras otra, pero les siguieron muchas más.
Pasaron poco más de tres segundos, pero a Yrael se le hizo una eternidad. El avance fue penoso, con cada espada que lograba apartar le ensartaban el doble. En cuanto una de ellas le cerceno el brazo malherido, el resto no tardaron en encontrar su objetivo. Aun así, él siguió, avanzando asta llegar a su Zampakutoh e ignorando el terrible dolor.
Cuando estuvo a no más de dos pasos de ella, se percato de que su cara volvía a mostrar miedo.
El Shinigami extendió su mano mientras se mantenía erguido de forma bastante precaria, como si quisiera acariciarla a la vez que le mostró una tierna sonrisa y por un instante la pequeña pareció dudar.
Sin pensarlo dos veces, aprovechando el momento, le atizo un caponazo.

*******************************************************************+*********************

Yrael se encontraba sentado junto al cuerpo tendido de la muchacha cuando esta despertó. Él se había arrancado todas las armas que le atravesaban el cuerpo y las había, aun no sabia exactamente porque, clavado de nuevo en el suelo. Aunque la lógica le decía que debería estar muerto, no le dolía ninguna de las heridas y estas ni siquiera sangraban ya.
La Zampakutoh se levanto bruscamente y miro hacia todos los lados sin saber muy bien lo que había ocurrido. En cuanto fijo la vista sobre el chico, su cuerpo se tenso y le miro con cara de extremo recelo.
Ignorando aquella reacción, Yrael le sonrió, esta vez, francamente.
-Mi nombre es Yrael, de la familia Renga. Creo que soy tu Shinigami.- Se presento.


Renga Yrael
Renga Yrael
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Alma Modificada

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Rango : Capitán del 3° Escuadrón
Soul Coins : 8948
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• Gigai portátil (1 uso)
• Explosivos básicos (10 usos)
• Explosivos 564 (6 usos)
• Explosivos 986 (2 usos)
• Señuelo para Hollows (2 usos)
• Bomba antiarrancar (2 usos)
• Bankai Plus (Tenshintai) (1 uso)

• Soul Candy (Modelo Gringo)
Ítems especiales : .
• 2 Chocolates rellenos
• Chocolate de leche
• Chocolate negro

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Mensaje  Staff Lun Nov 18, 2013 6:07 am


¡Felicidades!

Vlad D. Wolfgang
y
Renga Yrael


Pruebas de Rol para Capitanes y Espada - Página 2 Prueba10

Son aptos para ser Capitanes
Ahora diríjanse a sus fichas para ver algunas especificaciones al respecto


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Mensaje  Quiklex Gatsuja Mar Ene 07, 2014 11:02 pm

Nombre: Quiklex Gatsuja
Facción: Capitán
Rango Solicitado: Capitán del 4º escuadrón
Ficha




Introducción


La historia del joven Quiklex comienza sin recuerdo de su proveniencia, por lo que él no está seguro si vivía en el mundo real y murió o nació en aquel lugar, el sector 47 del Rukongai, un sector pobre donde la miseria y pobreza obliga a los habitantes a hacer lo que sea necesario para sobrevivir, donde la desidia y la codicia de los poderosos aplastan a los que menos tienen. 

Quiklex quien creció y supero esa fuerte etapa de su vida, es ahora shinigami capitán del 4º escuadrón gracias a la intervención de un shinigami, del cual no tomó importancia en saber su nombre y ahora agradecido no consigue dar con su paradero. El actual capitán del 4º escuadrón se dedica a proteger, sanar y abastecer el seireitei y todo aquel que necesite de su aporte, su vida es a gusto con su forma de ser calmada y pacífica, no suele involucrarse en batallas con hollow por lo que no recurre mucho a su zanpakuto y se enfoca en su kido, especialidad que lo acomodó en el lugar que está.

El shinigami estrella del kido curativo suele tomar algunas meditaciones para entrar en el mundo de su zanpakuto y dormir en aquel bosque de bambú que tanto le agrada y le trae tranquilidad. Durante una de sus meditaciones y descanso decide no dormir sino más bien hablar con su zanpakuto Hidarimigi, dos ángeles uno de negro y otro de blanco, ambos con una ala, eran los personajes que constituían una parte de su alma. Quiklex les cuenta su extraño despertar vocacional al servicio cuando accede a cumplir la promesa de aquel shinigami y les cuenta creer que aquello tiene algo que ver con su pasado, los ángeles se miran con cara de preocupación, en sus rostros se pude observar indecisiones ante aquella duda, pero ambos asienten con la cabeza y están de acuerdo con que ha pasado el tiempo suficiente como para que Quiklex sepa la verdad, los dos seres alados colocan sus palmas sobre la cabeza de su shinigami y hacen que este entre en un trance profundo, tal parece que llegó la hora de recordar.




La visión de Quiklex se oscureció, su visión y noción de el entorno eran técnicamente nulo, en medio de la oscuridad un pequeño haz de luz comenzaba a verse venir como si un tren viniera de frente por un túnel, aquel resplandor en cuestión de milisegundos hizo desaparecer aquella oscuridad y dejó notar una imagen nítida, aquello era el sector 47 hace más de 300 años desde aquel entonces... 

-Papá papá... toma...- decía un pequeño niño que traía en sus manos varios royos de vendas, este corrió apresurado a llevar aquellas telas, el niño tenía una estatura un poco mayor a un metro, su cabello era castaño oscuro y tan liso que el viento podía levantarlo con la más leve brisa que pasara, sus ojos eran de un verde a pasto primavera. El joven entregó las vendas a su padre, un señor con bigote y barba del mismo color de su pelo negro, el cual no era igual de liso, sus ojos eran verdes ciertamente como los de sus hijo, pero parecía ser lo único que genéticamente tenían en común, este hombre era reconocido por gran parte del Seireitei como un médico de guerra, su labor era netamente vocacional, no recibía pago alguno más que el agradecimiento y satisfacción por una excelente labor. -Gracias hijo... es hora de que aprendas como lo hace un experto..- decía aquel gran hombre, la mirada del pequeño a su lado era de asombro y orgullo al ver a su padre curar, sentía que a pesar de estar en medio de un conflicto interno en el sector y que podría estar expuesto a ataques, se sentía seguro y hasta poderoso pues su padre, un gran experto en el Kido era capaz de defenderlo con su vida, sin duda alguna aquel joven amaba acompañar a su padre. Mientras su padre curaba a un herido, el cual había recibido múltiples cortes provocados por espadas, una voz femenina gritó a una larga distancia... fue un grito desesperanzado y desgarrador que rápidamente captó la atención de aquellos dos, el padre se levanta, toma a su hijo y corre a toda marcha hasta donde estaba la mujer, su llegada no fue sutil, sus rodillas deslizaron sobre el áspero suelo de tierra al igual que su hijo, este hombre abraza fuertemente en sus brazos a aquella mujer que se ahoga en llanto, la dama tenía el cabello castaño largo y liso como el del niño y unos ojos color café, pero su bella imagen era perturbada por una enorme cantidad de sangre que cubría casi todo su pecho y parte de su cara, en el suelo esta tendido el cuerpo sin vida de un hombre, con heridas letales, aquella mujer era esposa del buen hombre, médico de guerra y madre del niño de ojos verdes... En medio del gran abrazo el hombre pronuncia palabras de consuelo... -Mi vida, eres una excelente mujer, no tienes porque lamentarte haz hecho lo que has podido y estoy seguro que este buen hombre está agradecido contigo por tu ayuda....-. La mujer no logra encontrar respiro para decir algo, sentía que el llanto la llevaría al desmayo por asfixia, sólo podía apretar fuertemente los brazos de su esposo con sus manos ensangrentadas y temblorosas mientras veía petrificada aquel cadáver que hace un instante estaba con deseos de vivir, aquella dama no era especialista en medicina o kido médico como su tan reconocido esposo, sólo era una excelente madre con un gran espíritu dispuesto a todo, en estos tiempos cualquier mano de ayuda era necesaria.

El joven descansaba su rostro sobre la larga cabellera que caía de la espalda de su mamá desconsolada, el niño no podía evitar conectarse con aquellos fuertes sentimientos y mojar aquel suave cabello con sus lágrima, él sólo quería ver a su madre reír como solía hacerlo antes de aquel estallido social que ha destruido gran parte del sector 47 y acabado con muchas vidas. Luego de unos largos y casi interminable minutos las manos de la mujer dejaron de temblar en seco, un suspiro hizo parar el llanto y su mirada parecía de hipnosis, sus pupilas no giraban a ningún lado, se mantenían fijos, esta mujer se levantó como su estuviera siendo manipulada por algún titiritero, su esposo y su hijo la miraban extrañados, la mujer dio algunos pasos hasta colocarse al lado del cuerpo del recién fallecido, su mirada era perpendicular al suelo fijando el horizonte, el espectáculo a su alrededor era escalofriante, casas en llamas, gritos por todos lados, sonido de espadas chocando... La madre del pequeño bajó su cabeza viendo el suelo, se agachó y tomó una katana, la cual pertenecía al hombre que no pudo salvar y por consecuente murió en sus brazos, el padre al ver aquello se puso en pie y en un segundo empuñó la mano de su esposa buscando calmar su adrenalina... -Entiendo como te sientes... pero no es la manera de recurrir a una solución, piensa en tu hijo... nuestra labor es salvar la mayor cantidad de vidas posibles incluyendo las nuestras...- dijo con voz calmada buscando bajar los humos, pero pareció no resultar... La mujer dio un fuerte giro y con su codo golpeó el abdomen de su esposo, el cual cayó tendido en el suelo casi sin aliento, la mujer vio a su hijo que lo miraba asustado por aquella ocurrencia, sus ojos reflejaban miedo. La mujer fija la mirada ahora en su tendido esposo... -Tú no sabes como me siento!! tienes una manera muy diferente de buscar salvar vidas... mi hijo tiene miedo y todo es culpa por esta estúpida pelea... yo vengaré a los caídos y restituiré esto!- Dijo con voz alzada para luego correr con todo lo que podía, su objetivo era aniquilar a uno de los líderes de la revuelta en el sector, el cual se mantenía escondido en la casa del médico de guerra y padre del niño, pues tras recibir ataques recurrió a él para que lo sanara clandestinamente a pesar de ser su enemigo, aquel acto de solidaridad visto por algunos era un acto de indignación para, la ahora, mujer enfurecida.

En la casa del experto en kido curativo se escondía el líder de la revuelta y era custodiado por dos hombres que se desvelaban cuidando la salud del líder, la mujer conocía mejor que nadie la casa, pues ella se preocupaba por mantener cada rincón limpio para recibir constantemente invitados, por lo que conseguir otro modo de llegar al líder y evitar aquellos guardias no era mayor problema y así sucedió. La mujer, llena de venganza, recurre a un árbol que había crecido en la casa vecina y una de sus grandes ramas pasaba por el techo de su casa, con la adrenalina recorriendo su cuerpo trepó aquel árbol, como en sus años de juventud, hasta llegar al techo, bajó por la pendiente de tejas con sumo cuidado y saltó desde una altura de casi tres metros, caminó hasta una ventana que daba a la habitación donde se encontraba aquel malvado líder, por lo que sin bacilar abrió la ventana de golpe, sonido que alerto al herido que allí se encontraba, la mujer soltó un grito de furia acompañado de lágrimas de tristeza, paso la ventana sin problema alguno y corrió empuñando la espada con ambas manos apuntando al pecho del indefenso hombre que allí, vendado, esperaba sanarse, la dama cerró sus ojos y sintió como el filo de la espada atravesó carne, se escuchaban correr gotas de sangre por la espada y caer al suelo.

La madre que había tomado venganza comienza a abrir sus ojos lentamente y su vista que se mantenía borrosa comenzaba a enfocar lo que tenía enfrente, pero aquello no sería de su agrado... Unos ojos verdes acompañados de una humilde sonrisa miraban con amor a aquella mujer, un rostro conocido anunció un error en los planes de la ama de casa, su espada no había atravesado al hombre que buscaba sino al hombre que amaba ciegamente, pero que por su sentimiento de venganza segó el amor y no pudo darse cuenta en el momento que el amor de su vida se atravesó para evitar la muerte del líder... unas lágrimas comenzaban a formarse en el rostro de la mujer al ver a su marido frente a ella, devolviendo sangre por la boca producto de la hemorragia, su boca se abría en señal de querer ahogar en llanto y una dulce voz que tanto amaba logró escuchar... -No llores... no es tu culpa... no te culpo por nada actuaste por amor a tu hijo... y por amor a mí... no juzgues mi acción pues no quiero que las amenazas acaben con la vida de los que tanto amo...- aquellas palabras salieron con mucho dolor y sinceridad, la confesión del porque mantenía aquel hombre oculto en esa casa hizo sentir culpable a la mujer, aquello que sucedía no le parecía ser verdad y se pondría aún peor al ver a su hijo en la puerta de la habitación llorando a todo pulmón mientras veía la mirada de esos verdes ojos oscurecerse y perderse en la muerte... la mujer suelta la espada y su manos tiemblan ahora más que nunca, su cuerpo estaba por colapsar y caer en desmayo hasta que un fuerte dolor pasó su estómago, la espada de uno de los guardias había llegado y actuado por impulso causando una herida mortal... El niño grita un "no" desgarrador y corre a abrazar a su madre, la cual cae de rodillas al suelo luego de que el guardia bandido retirara el filo de su arma del cuerpo de la mujer... la madre aún con manos temblorosas toma el cabello de su hijo y pronuncia sus últimas palabras... -Tu cabello... es hermoso como el mío, pero haz sacado los ojos de tu padre... como amo esos ojos... Espero me perdones...Quiklex...- tras esas cortas palabras la mujer cae de un lado al suelo y Quiklex, su hijo, se desploma en llanto ahogado sobre el cuerpo de su madre... el bandido líder detiene el filo de uno de sus guardias que quería acabar con la agonía del pequeño, pero los ruidos de vecinos que estaban por la zona comenzaron a abordar la casa, estos vecinos al llegar ven la escena mortífera que había ocurrido, uno logró alcanzar a ver casi todo y fue el único testigo de valor que podía dar palabra de lo ocurrido, los bandidos habían logrado escapar por la ventana de la cual había entrado la madre de Quiklex.

Se comenzó a regar la noticia de que el gran médico de guerra y especialista en kido se había unido al bando enemigo y lo ayudaba, por consecuencia, lo que antes admiraban a aquel hombre ahora lo tildaban de traidor y fue visto como enemigo, mientras que la madre había sido vista como cómplice y traicionada por los bandidos que ayudaba, mientras que por otro lado Quiklex estuvo en coma sobre el suelo de su casa, nadie quería ayudar al hijo de tan traidores... de pronto... todo lo que había sido proyectado como un recuerdo se esfumó con el mismo destello de luz con el que vino y Quiklex abrió sus ojos y vio como ambas partes de su zanpakuto retiraban sus manos de su cabeza...

-Ahora comprendo...- decía con voz llorosa y lágrimas en los ojos.... -Mi padre tenía ideales buenos, de solidaridad y vocación... él ocultaba a aquel hombre más que por su ética de salvar vida, por protección a mí y mi madre por la amenaza que recibió... mientras que mi madre en su impotencia se cubrió de imprudencia y atacó, pero mi padre se interpuso para no incumplir con su trato con el bandido y así mantener la familia a salvo, pero desafortunadamente mi madre igualmente fue atacada... ambos querían protegerme, sus intenciones no eran malas... y el pueblo del sector 47 juzgó a mis padre y a mí y se hizo una errada idea de lo ocurrido...- en ese momento Migi, el ángel blanco, interrumpió... -Tu sellaste este recuerdo en una parte de tu alama, la cual dividiste en dos partes diferentes... esa parte de tu alma somos nosotros... tu zanpakuto...- entonces Hidari, el ángel negro, continuó...-Esa división somos nosotros... Migi es la parte blanca y representa la inteligencia y protección de tu padre Hidoru... mientras que yo Hidari represento la fuerza y determinación de tu madre Hiromi... de allí nació tu poder como shinigami, tu vocación tiene un origen y tu fuerza también...- Quiklex suspiró y secó sus lágrimas... -Gracias chicos... necesitaba conocer esta parte de mi alma para saber la razón de mi existencia... mil gracias- luego de estas palabras quiklex sale de su meditación y regresa al seretei, en el lugar donde había decidido meditar para contactar a su zanpakuto. Se dio cuenta que mientras recordaba muchas lágrimas habían mojado su traje de capitán, este tomó su traje, emblema de su responsabilidad y miró al cielo sonriendo pues sabía que en su alma habitan los dos seres que más amó.

Leyenda de voces:


Quiklex (capitán del 4º escuadrón)
Hidoru (padre de Quiklex)
Hiromi (madre de Quiklex)
Hidari (ángel negro de la zanpakuto)
Migi (ángel blanco de la zanpakuto)
Quiklex Gatsuja
Quiklex Gatsuja
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Alma

Nivel de rol : 0

Rango : Capitán del 4° Escuadrón
Soul Coins : 28947
Localización : Seireitei
Humor : Como el de un castor
Intereses : -Beber Sake y/o té.
-Descansar.
-Dejar en manos de sus oficiales y teniente su trabajo.
-Descansar.
-Y más descan....ZzZz

Ítems especiales : .
• 3 Chocolates de leche

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Mensaje  Staff Miér Ene 08, 2014 5:49 pm



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Mensaje  Baldur Schwannqual Sáb Feb 01, 2014 7:51 am

Nombre: Baldur Schwannqual
Facción: Hueco Mundo
Rango solicitado: Novena Espada
Ficha





A DIM LIGH IS EASIER TO CHOKE


Ya habían pasado varios siglos. Siglos de luchas constantes contra otros hollows que buscaban devorarle y habían sido devorados en su lugar. Su forma había cambiado y ahora tenía un aspecto mezcla de humano y de ave. Tenía tanto brazos como piernas, pero estos tenían la forma de las garras de un ave de presa y en su espalda descansaban un par de alas de colores llamativos. Su rostro estaba recubierto por una máscara de hueso que se asemejaba al pico de un pájaro, con púas en los bordes inferiores que parecían pequeñas plumas apuntando hacia arriba y cavidades que permitían a sus ojos ver. Su torso era el de un humano en buena forma física debido al constante ejercicio que suponía la lucha por la supervivencia. Había convertido en su refugio una cueva natural que había encontrado en una montaña. A pesar de los constantes combate consideraba su existencia como tranquila, siempre estaba en soledad, y eso le gustaba, aunque ya no recordaba porque motivo ansiaba tanto el aislamiento.
De repente, una piedra chocó en su máscara, que acto seguido fue a parar al suelo, rompiendo el silencio de la cueva con el ruido de la roca golpeando la roca. Su existencia había sido tranquila, hasta hace una semana cuando una mosca molesta había encontrado por casualidad su escondrijo y había decidido instalarse en contra de su voluntad bajo el mismo techo que Baldur. No tenía ni el tiempo ni el ánimo para esto, así que se limitó a girar la cabeza hacia la roca de la que había salido disparada la piedra. En un vano intento por esconderse tras un objeto que era algo pequeño para ocultarla por completo, una pequeña hollow se encogía sobre si misma tras el trozo de roca. Por la estatura no podía contar más de 10 años cuando una muerte prematura le sobrevino. Tenía el cabello rubio recogido en una trenza y la máscara de hueso le cubría toda la parte inferior de la cara y se extendía por la nariz hasta la frente, una boca llena de afilados dientes la adornaba. A pesar del aspecto amenazador de la pequeña hollow lo cierto es que era totalmente inofensiva, solo usaba sus fauces para alimentarse de los restos de los hollows que de vez en cuando osaban atacar a Baldur cuando este los traía a la cueva. La chiquilla se limitaba a importunarle con su incesante cháchara o convirtiéndole en el objetivo de sus bromas y juegos cuando estaba aburrida, como había sido el caso esta vez. Optó por ignorarla como muchas otras veces. Al ver que su ataque no había tenido mucho éxito la pequeña hollow se sentó a su lado y dio tirones a una de sus alas para llamar su atención.
-El señor alitas es un aguafiestas que nunca sonríe-. La chica hinchaba los mofletes y le profería una mirada de fingido desdén.
 
Pasaron los meses y ambos siguieron conviviendo. La chiquilla se había vuelto más osada y ahora acompañaba a Baldur en sus expediciones. Últimamente ningún hollow se había acercado a atacar, por alguna extraña razón y los paseos habían sido tranquilos y sobre todo seguros. Aunque seguía manteniendo su actitud fría y distante Baldur había comenzado a acostumbrarse a la presencia de la hollow y velaba por su bienestar. Los días pasaban se sucedían en paz hasta que un día, mientras se encontraban vagando por el desierto un grupo de adjuchas salió a su encuentro.
-¡Os lo dije, os lo dije! ¡La cría inofensiva es un Vasto Lorde, es una presa fácil! ¡Devoradla!-. Se abalanzaron sobre ellos y a pesar de que Baldur luchara con todas sus fuerzas estaban en una clara desventaja numérica. Uno de los atacantes le propinó un golpe que lo mandó despedido varios metros y mientras el resto se congregaba sobre la niña, pugnando por un hueco en el banquete mientras esta lloraba y gritaba por su guardián. Y entonces un alarido de dolor perforó los cielos. Un sonido que presagiaba lo que el impotente hollow no había podido evitar. De repente el mundo quedó en un absoluto silencio, y los segundos se hicieron eternos. Crac. El característico rugido de los huesos al crujir retumbó en el aire. Baldur avanzó como si de un zombi se tratará hacia los agresores, mientras pedazos de color blanco se desprendía de sus brazos, sus piernas y su cara, dejando ver el rostro de un joven inexpresivo de ojos amarillos y pelo negro. Sus alas comenzaron a caerse como los pétalos de una flor marchita y unos tatuajes de color negro aparecieron por todo su cuerpo. Liberado del peso de su antigua forma, sus piernas empezaron a moverse cada vez más rápido, hasta que de pronto estaban corriendo a gran velocidad hacia los enemigos que tenía enfrente suya. Sin dar tiempo a reaccionar colocó las palmas sobre las máscaras de los dos hollows más cercanos y mediante una potente onda de choque aplastó sus cráneos. El resto de los adjuchas se percataron por fin del peligro y se disponían a tomar represalias. Uno de ellos se abalanzó sobre el arrancar para darle un mordisco pero su dentellada solamente atrapó la nada pues Baldur se había colocado tras su atacante de un Sonido. Un potente puñetazo se abrió paso a través de la nuca del pobre desgraciado. Sólo quedaba un objetivo más por eliminar, que al ver como sus compañeros habían sido derrotados fácilmente comenzó a huir pero pronto comprendió que era una tarea inútil, pues mediante otro Sonido Baldur ya se encontraba frente a él, un puñado de arena en la mano.

¿P-Para qué es eso?-. No medió palabras. Los granos de arena salieron disparados como metralla, incrustándose en los ojos del último superviviente, que soltó un alarido de dolor y antes de que pudiera reponerse del ataque, como si a la muerte perteneciera una mano apresó su cabeza. Podía sentir las paredes que rodeaban su cabeza colapsarse hacia dentro, avanzando lenta pero inexorablemente. Poco a poco empezaron a aplastarle, causándole un enorme dolor, hasta que por fin se hizo la oscuridad. Baldur contempló su mano salpicada por la sangre del arrancar, su rostro totalmente inexpresivo. Echó un vistazo a la matanza que había a su alrededor. Nada. No le suscitaba ninguna clase de sentimiento. Lo poco que quedaba de su humanidad había muerto con la niña.
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Rango : Espada de la 9ª Dependencia
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Mensaje  Staff Vie Feb 07, 2014 3:18 am



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Mensaje  Tsubasa Kenshi Vie Mayo 02, 2014 3:42 am

Nombre: Tsubasa Kenshi
Facción: Espada
Rango solicitado:
Ficha


Este es otro frio día en Hueco Mundo. Llevo ya dos días sin comer nada y creo que se acerca el fin de este "joven" y solitario Adjucha. Mis alas ya no me permiten volar desde ese combate contra aquel menos que me atacó por sorpresa con un Cero y me vi obligado a pararlo con ellas. Si no encuentro algo para comer rápido, cuando lo encuentre no me quedarán fuerzas para matarlo, si es que lo encuentro, claro. "Cada vez me muevo más lento. A este paso no duraré más de 2 días" Decidí avanzar hacia lo que parecía una pequeña cueva, con la esperanza de encontrar algún ser al que poder devorar.

La cueva esta cada vez más cerca y sigo sin notar nada que pueda comer en ese oscuro agujero en la montaña, pero por algún motivo no pierdo la esperanza y me esfuerzo cada vez más por llegar allí. Entonces escuche algo que parecían alas revoloteando por la cueva, y sentí alegría a la par que confusión, ya que seguía sin sentir ninguna presencia espiritual allí dentro. Me impulse con todas mis fuerzas desde el suelo para dar un gran salto y una vez en el aire usé mis alas para planear, lo cual me hacía notar dolor en las heridas de cada una de las alas al chocar con el aire, pero si allí dentro había comida, valía la pena un poco de sufrimiento. Cuando mis pies se posaron en el frío suelo de la cueva me concentré para intentar detectar que era ese revoloteo que escuche. Una gran sonrisa de alegría se mostró en mi rostro cuando vi a aquel pequeño ser alado de unos 10 centímetros al fondo de la cueva y corrí a toda velocidad hacia ese ser. "Es pequeño pero la comida es comida" Una mirada asesina apareció en mis rojizos ojos junto con un brillo que asusto al ser que intentó escapar, pero un rápido movimiento de mi brazo lo atrapó, como si no se hubiese movido esperando ser atrapado. Abrí mi boca y me lo comí de dos bocados. Su sabor era bastante repugnante pero después de llevar tanto tiempo sin comer me pareció una gran delicia. Sin embargo, ese pequeño ser no recuperó mis fuerzas, pero sí me dio esperanzas. Unos segundos después me di cuenta de que posiblemente haya cometido un error que costaría mi vida. Un ser tan pequeño no podía hacer tanto ruido como para que se pudiera oír a tanta distancia como lo escuché yo. Entonces una extraña fuerza espiritual apareció de la nada del fondo de la cueva y un Cero se dirigía a mí a toda velocidad.

"¡Demonios!" Pensé. Salí disparado de la cueva justo antes de que ese Cero impactase contra una de las paredes de la cueva y pulverizase prácticamente toda la montaña. No podía creer que hubiese salido vivo de esa trampa y me disgustaba aceptar que había caído en ella. -¿Quien eres?- Grité con todas mis fuerzas hacia el interior de lo que quedaba de esa cueva. -Vaya, vaya, vaya... ¿Así que has sobrevivido, eh? Parece que tienes buenos reflejos...- Dijo alguien en el interior de la cueva, sin mostrarse a excepción de unos brillantes ojos azules que se podían ver desde fuera gracias al agujero que dejó el Cero. -¡Muéstrate!- En ese momento no estaba seguro de si debía huir de allí o arriesgarme a enfrentarme a alguien, que por su tono de voz parecía que estaba en perfecto estado, al contrario de mi. "Creo que no tengo más remedio que arriesgarme a luchar, ya que si intentase huir seguramente otro Cero me alcanzaría" Entonces una silueta empezó a distinguirse en la entrada de la cueva. Media aproximadamente un metro y medio y era de un color totalmente blanco. Tenía forma humana a excepción de la cabeza, que tenía dos grandes cuernos en la parte superior; los dedos de las manos, que tenían una forma puntiaguda y alargada; y los pies, que al igual que las manos, sus dedos eran puntiagudos y solo tenía cuatro, uno de los cuales estaba en la parte del talón.

Una vez estaba totalmente fuera de los restos de la montaña dijo con tono arrogante: -¿Que tal si te callas e intentas salvar tu vida?- Si ganaba este combate mi vida estaría salvada al menos unos días mas, pero por el contrario, sin duda significaría mi muerte. -Acabemos con esto- Una sonrisa se mostró en su rostro y un segundo después desapareció y volvió a aparecer unos metros delante de mí preparado para asestarme un puñetazo. Tuve el tiempo justo para moverme un metro a mi izquierda y agarrarlo por el brazo que tenia extendido para golpearme. Mediante un giro de 180º en el sentido de las agujas del reloj, lo lancé unos pocos metros por delante y dejándolo de espaldas a mí. Un segundo después, abrí mi boca y lancé una potente llamarada que le causó graves quemaduras por todo el cuerpo. Sin embargo el seguía sin perder la sonrisa con la que me atacó y eso me enfureció mas por alguna razón. El, después de ponerse de cara a mí, me apuntó con su brazo derecho y extendiendo la mano pronunció de nuevo: -Cero- Esta vez no tuve tanta suerte y no logré esquivar la explosión, la cual me hizo volar por los aires unos veinte metros atrás. Unos segundos después me vi obligado a levantarme del suelo por si me impactaba otro Cero. Una vez en pie me tome unos segundos para examinar mis heridas antes de que mi enemigo llegase. Di unos golpes en el suelo con mis pies para comprobar que no notaba ningún dolor en mis piernas que fuese demasiado grave. "Parece que mis piernas están bien." Después de esto estiré mis brazos para comprobar si había alguna herida aparte del codo izquierdo que estaba sangrando, pero nada grave. "Vaya, aquí no tengo tanta suerte..." Mi hombro derecho parecía dislocado. Apretando todos los músculos de mi cuerpo, hice un esfuerzo para dar un tirón a mi hombro para ponerlo en su sitio. Di un pequeño grito ahogado por el dolor que esto me produjo. -Vaya, eres más duro de lo que parece... Ya has sobrevivido a dos de mis Ceros...- Una fuerte rabia recorrió mi cuerpo de punta a punta al oír como decía eso con tal tono burlón. Claramente el estaba jugando con migo y si seguía vivo era para que él se divirtiese un poco. Decidí usar todas mis fuerzas para acabar con su vida costase lo que costase. Me moví todo lo rápido que pude hacia él y mediante una patada semicircular hacia su cara, lo hice volar por los aires. "Espero que eso te haya borrado esa sonrisa" Cuando este impactó contra el suelo fue cubierto por una nube de polvo que se levantó al chocar contra esas deshidratadas arenas del Hueco Mundo. A continuación, di un salto bastante alto. Al alcanzar cierta altura intenté usar mis alas para mantenerme en el aire unos segundos sin mucho éxito, ya que lo único que conseguí fue planear un poco hacia delante. Sin embargo logré estabilizarme un poco y mantenerme más o menos estable en el aire. Extendí mis brazos y con las palmas de mis manos abiertas concentré todo mi reiatsu en ese punto. Una bola de fuego empezó a formarse en la palma de mi mano y, cuando ya no me vi capaz de seguir, la disparé hacia la nube de polvo. Una gran explosión cubrió el cielo de una columna de humo y cenizas, sin embargo algo me preocupaba. "Su reiatsu desapareció el instante antes de que mis llamas impactasen" Bajé a tierra firme y después de un buen rato buscando no encontré ni un solo resto de su cadáver. "Se ha escapado..."
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Mensaje  Staff Sáb Jun 07, 2014 9:07 pm

Lamento mucho la tardanza.


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¡Felicidades!

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Mensaje  Mitsunari Taka Vie Oct 24, 2014 8:40 am

Nombre: Mitsunari Tenka
Facción: Shinigami.
Rango solicitado: Capitán del 3er Escuadrón.
Ficha

Acababa de graduarme en la Escuela de Artes Espirituales y teníamos unos días de descanso tras los exámenes para descansar antes de ponernos manos a la obra cada uno en su respectivo escuadrón. Al que yo me presenté era al Tercer Escuadrón. Esa mañana me levanté temprano porque me apetecía ir a dibujar, como de costumbre, al lado del lago del Rukongai, para celebrar que había logrado entrar y con una muy buena nota. Me vestí tranquilamente con mi usual vestimenta blanca y morada, y saqué del cajón de la mesa mi bloc y mi pincel y por supuesto, la Zanpakutō, puesto que ya era un Shinigami, de descanso, pero un Shinigami.

Al salir del seiretei pasé por la calle comercial del Rukongai y escuché a varios aldeanos hablando entre ellos, y no pude evitar escucharlos:

-¿Sabéis quién es el chico de los tatuajes de los sellos que está en la explanada?-preguntó el primero.
-He escuchado algo acerca de él, no lo he visto, pero me han contado que da un poco de miedo.-respondió el segundo.
-A mi me han dicho que lleva meditando allí desde la noche anterior.-afirmó el tercero.
"La explanada... Justo allí es donde me dirijo... iré a investigar"

Una vez me encontré allí, corroboré las afirmaciones de los tres aldeanos, puesto que vi la silueta a lo lejos de un joven con las piernas cruzadas que parecía estar meditando. Al principio no le quise echar mucha cuenta y comencé a dibujar en mi bloc de dibujo, pero al cabo de un rato, que notaba que ni se movía ni hacía cualquier gesto me acerqué a él y le pregunté:

-Oiga...¿Está bien?-. Tras no obtener respuesta me reiteré y volví a preguntar: -Lleva mucho tiempo aquí por lo que parece, ¿no?-Esta vez en lugar de llevarme una respuesta me llevé un intento de barrido a mis piernas por parte de el joven.
Logré esquivarlo con un salto y un retroceso atrás.  Nos quedamos unos instantes mirándonos fijamente y él, finalmente, logró articular palabra.
-Con saber el nombre de quien te matará es suficiente, Angra.- y acto seguido se abalanzó contra mí, sus tatuajes se volvieron incandescentes y desató una bola de fuego que logré esquivar con un shunpo a mi derecha.

Angra:


Tenía mi Zanpakutō, pero aún no sabía ni siquiera el nombre como para liberar el Shikai, pero sí tenía una gran destreza con el uso de Kidōs y Hadōs. Así que esperé a su siguiente movimiento para contrarrestarlo con una técnica. Angra juntó sus manos, formando una bola de fuego en su interior, no muy grande y me la arrojó, acto seguido emprendió una carrera contra mí, con lo que respondí abriendo los brazos y pronunciando -¡Seki! ante mi se formó un escudo que pudo repeler el ataque, devolviéndolo hacia atrás, pero Angra, en su carrera, recogió su bola de fuego, acoplándosela en la mano y golpeando, provocando la ruptura, de mi escudo y dirigiéndose a mi. Logró el impacto contra mi cuerpo y salí expulsado hacia atrás, dejando caer las dagas que había recogido de mi casa en el Rukongai, pertenecientes a mi pasado.

-Vaya vaya... Un shinigami que no sabe ni el nombre de su Zampakutō... Estás de suerte, tu sufrimiento será corto... y emprendió de nuevo el camino hacia mí.

Rápidamente me agaché para recoger mis dagas cuando una visión irrumpió en mi mente...

- Vaya.... mira quien ha llegado... ¿Tenía que ser justo en este momento, verdad?-Dijo el espíritu castaño de mi Zampakutō
- No seas desagradable, ya sabíamos que vendrías. Supongo que ya conocerás acerca de los Espíritus de la Zampakutō, reflejan tu personalidad y es único en cada Shinigami. Pido disculpas en su nombre, no es muy agradable, pero en el fondo es buena persona.
-¿Pero por qué sois dos, mi personalidad es una única, no Sukai? dije, sorprendido de que haya dicho ese nombre, al azar tan espontáneamente. Parece como si hubiese conectado con él desde el primer instante en el que dijo la primera palabra. Pero el otro... Parecía muy distante e inaccesible, pero tenía que hacerlo, mi vida estaba en juego, y sea quien fuese el que está ahí afuera no le importaba si moría o no.
-Vaya, has sabido mi nombre muy rápidamente, me sorprende... Seguro que sabes entonces cómo se llama él, ¿verdad?--Me preguntó Sukai.
-Hmpf...-Me miró de reojo, suspirando, aquel espíritu.

Tras esa pregunta, me paré a mirar detenidamente a mi alrededor. Me encontraba en un claro donde la luna, gigante, se alzaba en el oscuro cielo de una noche que parecía eterna. Los árboles eran negros, montañas se divisaban a lo lejos. Pero al mirar más detenidamente aquella explanada... Me vino a la mente la imagen de un patio Zen con un dojo a lo lejos, y exactamente el mismo césped con aquellas flores rosas siendo ondeadas por el viento...

Justo en ese momento, abrí los ojos repentinamente y grité:
-¡Kurayame ni Shin'nyū!- Y mi Zanpakutō comenzó a tornarse negra, cambiando su clásico filo por uno totalmente distinto y con una empuñadura de el ala de un demonio. En ese momento alcé mi espada y logré contrarrestar el ataque de Angra, repeliendolo y asestando una tajada oblicua la cual él pudo esquivar.

- Hmm... Puede que estuviese equivocado y sí seas un poco interesante...-Dijo mientras, alzando el brazo, me enviava una fila de pilares ardiendo que ascendían de la tierra.

En ese instante alargué mi mano hacia adelante e invoqué un portal enfrente mía y otro detrás de Angra, por el cual pasé y atravesé para justo posicionarme detrás y asestar una tajada directa al pecho.
No tuvo mucho tiempo de reacción, pero logró evadirlo, llevándose un arañazo algo profundo en la zona pectoral.

Sin decir nada, Angra desató una hilera de bolas de fuego hacia mí, la cual, mientras veía cómo venían hacia mí pronuncié un Kidoh el cual el profesor nos hizo para enseñarnos uno de nivel inferior, pero que era utilizado por los tenientes:
-Hadou 58. Tenran, Orquídea del Cielo.-Solté mi Zanpakutō y llevé mis manos al estómago y creé un torbellino que repelió y devolvió las bolas a Angra, el cual se vio afectado por la mayoría de ellas. Tras esto, agarrando del suelo la Zanpakutō, hice un movimiento ascendente que provocó una onda de energía hacia adelante, la cual Angra trató de parar con un escudo de magma, pero giré mi muñeca, y con ello la empuñadura de mi Zampakutō, solidificando así la onda de energía y provocando que el muro cayese sobre él.

-Está bien...-dijo Angra saliendo de entre escombros.-No puedo perder más el tiempo contigo.... Un aura roja comenzó a envolverle entero, ascendiéndolo al cielo y, una vez elevado bastante, estalló la onda, dejando ver una nueva silueta en su interior.

Angra Mainyō:


Arremetió desde el cielo con su forma final haciendo una espiral caótica, envuelto en fuego. Antes de que impactase contra mí, abrí un portal justo delante mía para que Angra lo atravesara y lo llevase en otra dirección, pero, con una velocidad extrema y unos reflejos impresionantes, torció realizando un ángulo de 90º y pudo arremeter contra mí. Me estampé contra la tierra, con la cara sangrando y sintiéndome un poco débil. Mi Zampakutō había salido despedida y al abrir los ojos despues del contundente golpe, observé una lanza de fuego dirigirse a mí. Lo único que tenía para defenderme en aquel momento era mis dagas, y al sacarlas del interior de mi ropa, mi mente me volvió a trasladar a otro lugar...

-Patético... No puedo creer que con el poder que albergas vayas a ser derrotado por alguien como este tipo... ¿Crees que tu padre estaría verdaderamente orgulloso?-dijo con un tono muy arrogante el espíritu de cabello blanco.
-¿¡Qué estás diciendo!? ¿¡Qué sabes tú de mi padre!? ¿¡Dónde está Sukai!? ¡Responde!
-¿Para qué responder preguntas tan obvias...? Mejor pasemos a la acción.- Dijo desplegando de un brazo demoníaco color amarillo una Katana fina de hoja negra, con la intención de asestarme un tajo.

En ese momento, apareció entre mis manos mi Zanpakutō, en su forma sellada, y la desenvainé. Comenzamos a intercambiar golpes de espada y no podía parar de preguntarme por qué.
"¿Qué coj... está haciendo? Es difícil pelear contra él, y no tengo práctica con mi Zanpakutō, es una Tachi. ¿Dónde estará Sukai?"-"No pienses. Actúa. No me importa matarte, aunque con ello vaya yo también. No me gusta estar con gente débil a mi lado."-Infirió el espíritu en mi pensamiento. Seguimos intercambiando hasta que él consiguió asestarme uno, en la parte derecha del pecho. Una estocada limpia.

Me quedé asombrado mirando su katana siendo atravesada por mi pecho. Pero me extrañó que no se derramara ni una gota de sangre. Agarré con fuerza su katana, y seguí atravesándola hasta llegar a la empuñadura, y acercarme a su oído y pronunciar las siguientes palabras.

-Iakus... BAN-KAI: Shinigami no Kokuji

En ese momento, desperté y ante mí se encontraba mi Zanpakutō, completamente vertical, clavándose en el suelo, y al clavarse completamente, salir despedido una Guadaña, la cual atrapé tras guardarme las dagas. Del agujero comenzó a emerger un ser gigantesco. Diría de unos 15 metros de altura. La Parca. Notaba los estruendos en las cercanías de cómo iban emergiendo unos pilares , y se veían a la distancia. La parca permaneció detrás de mí y Angra me empezó a hablar.

-¡Imposible! No sabías ni el nombre de tu Zampakutō, ¿¡Cómo estás liberando el Bankai ya!? ¡Es absolutamente imposible!

Se oyó un chasquido y automáticamente todo el campo de batalla pasó a estar iluminado por la inmensa luz del pilar central. La parca asestó unas cuantas ráfagas de energía dirigidas a Angra, que le asestaron de lleno, haciéndolo retroceder hasta unos 20 metros del pilar central.

No era completamente consciente de mis actos, pues estaba asombrado, y en un acto instintivo, mi sombra comenzó a alargarse hasta alcanzar a Angra, atándose y cada vez que me movía el hacía lo mismo. La parca comenzó a hacer emerger unos pilares, esta vez más rápidos y más pequeños a su alrededor.

-No puedo ser derrotado por un crío como tú...¡ NO PUEDE SER!

Tras esto, los pilares se cerraron, la parca acometió directamente hacia el lugar, clavando su cuchillo en el centro de la nueva prisión formada. Un haz de luz comenzó a salir, La Parca me rodeó, formando un escudo y toda la caja explotó. No dejando ni un rastro de Angra. Mi fuerza espiritual se había agotado completamente. En el mismo combate había descubierto el nombre de mi Zanpakutō y liberado el Bankai.

De entre los árboles apareció un Shinigami que me recogió y me llevó ante la presencia de Comandante General. Había causado daños en la explanada del Rukongai, y en lugar de avisar al Seiretei para que actuase de inmediato, que ya estaban al tanto, de hecho observaron todo lo ocurrido, luché por mi cuenta, y aún teniendo éxito, no era un acto de esperar de un Shinigami.

Aún así, los daños no habían sido grandes, y había alcanzado el poder de un capitán, mi sueño desde que encontré aquellas dagas, el motivo del querer saber de mi pasado, y esperaba que fuese ese mi destino.

"Ahora sólo tenía que esperar... Ser Castigado. O ser aclamado con el mérito de un Capitán...¿Que me deparará el futuro?"




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